Arte y Letras,  Narrativa

A primera vista, un cuento de Camila Luque Rozo

Él vio cómo una lágrima se le escapaba de aquella mirada perdida y rodaba cuesta abajo por sus mejillas enrojecidas y frías. Notó su respiración forzada y allí, a unos cuantos metros de distancia, supo que había sido su culpa. La había cagado y no podría hacer nada para remediarlo. Era la primera y última vez que la vería.

Ella imaginaba que él estaría cerca, también imaginaba las estrellas brillando en aquella noche oscura y el fuego consumiendo algún objeto cercano, pero no los podía ver, no veía nada. De repente, entre las contracciones apresuradas de su pecho y el adormecimiento progresivo de cada uno de sus músculos, lo vio. Lo vio sonriente y radiante, lo cual era inusual en él, pero no había forma de que ella lo supiera. Era la primera y última vez que lo vería. Lo vio rodeado de un halo de luz blanca que lo asemejaba a un ángel. Lo vio, pero no podía ver nada, ya lo sabía. «¿Qué ha pasado?», se preguntó.

—¡¿Estás bien?!— le gritó, desesperado. Le dolía verla así, le dolía tanto como si de verdad la hubiese amado.

Ella quiso devolverle la pregunta, pero no lograba esbozar sonido audible alguno, tan sólo se le escapó de entre los labios un gemido agudo producido por los espasmos involuntarios en la laringe.

—Señorita, ¿me escucha? Lo siento, lo siento, por favor, no se rinda— exclamaba impotente—. Sólo espere, alguien debe llegar pronto, por favor; lo siento, lo siento mucho.

Él ya no sabía qué hacer. Quería tomarla en sus brazos y amarla, pero sus músculos estaban tan quietos que únicamente podía anhelarla a varios metros de distancia. Pensó que lo mejor era no hacer nada, había hecho suficiente con enviar aquel mensaje mientras tomaba la curva hacia el norte de la autopista y la había cagado. «Me late que sólo te has visto Una pareja explosiva… jajaja… tienes que ver otras películas de Jackie Chan, con más fundamento… jajajaja». Qué mensaje tan tonto para ser el último, se reprochó. Deseó haber enviado algo más profundo, o no haber enviado nada, solamente haber conducido el auto de su hermana colina arriba, en calma y sin contratiempos. Pero realmente deseaba poder volver a ver Una pareja explosiva. Sobrevivir.

Ella sólo quería descansar, por eso, cuando en la distancia sonaron las sirenas de la ambulancia, él las escuchó y ella no.