Cine y TV

Bao, el lacrimógeno cortometraje de Pixar

Bao es el reciente cortometraje animado de Pixar que se alzó con la estatuilla del Óscar al Mejor Corto de Animación, en la edición 91 de estos premios de la industria del cine. Un cuento que atrapa por completo al público durante siete minutos en los que hace gala de una sorprendente originalidad, con un mensaje tan significativo que lo convierte en un audiovisual memorable. Además, es capaz de generar risas, suspiros de ternura y, por supuesto, lágrimas con un inesperado giro final, tan extraño como bello.

Luego de su estreno en junio del 2018, como antesala de la película de superhéroes Los increíbles 2, hubo todo un revuelo de opiniones encontradas (morboso, perturbador, bizarro, maravilloso, enternecedor y educativo), pero lo que sí es un hecho es que Bao no suscitaría tantas emociones de no haber sido dirigido por una mujer, Domee Shi, la primera directora en la historia de Pixar; su sensibilidad marca una tajante diferencia frente a los anteriores cortometrajes del estudio de animación.

La joven directora Shi es toda una artista del storytelling y el guion gráfico. Nació en China, pero sus padre migraron a Toronto, Canadá, dónde creció. Antes de ponerse al frente de la dirección de Bao ya había aportado sus frescas ideas en otras cintas animadas como Intensamente y The Good Dinosaur.

En esta desafiante producción, Domee Shi usó como premisa de la historia sus vivencias personales, como la relación con su propia madre Ningsha Zhong, quien fue invitada a participar en las grabaciones como asesora cultural china en la preparación de los baos o domplings, unos panecillos típicos de la cocina asiática que tienen forma de saquito. Se hacen con harina trigo y se rellenan de cerdo u otro tipos de carnes y vegetales.

La osada trama

Una madre chino-canadiense entrada en años se encuentra en su casa triste e inmersa en la rutina diaria. Una mañana, cuando su esposo se marcha a trabajar, se queda sola tomando el desayuno: un jugoso bao. En ese momento éste cobra vida y empieza a llorar como un bebé, para sorpresa y dicha de la mujer, pues ve la oportunidad de ser madre nuevamente.

Música y ausencia de diálogos

Bao no contiene ni una sola línea de diálogo. Este elemento narrativo se usa para dar mayor fuerza emocional a los personajes; sin embargo, en este arriesgado corto no hace falta e incluso hay espectadores que ni lo notan.

La historia se puede seguir sin pérdidas. Su comprensión es clara y se puede empatizar perfectamente con los personajes, quienes se expresan mediante gestos y acciones que algunas veces se exageran, adrede, precisamente para llenar ese vacío conversacional que termina obligando al público a mantener la vista sobre la pantalla.

La preciosa música tradicional china que inunda la gran mayoría de las escenas la compuso Toby Chu, y fue producida por Tom Macdougall. Un dueto de cítara china y  flauta dulce que por momentos parecen poner su voz al corto. Imprimen un aire de paz y relajación que resulta un ingrediente emocional más.

Un cuento con gran riqueza cultural

Pixar Animation Studios se dio cuenta hace poco que tiene que evolucionar, dejar de lado los estereotipos y los encasillamientos en los que se encontraban todos sus animados, por eso luego del éxito que tuvo la película Coco en el 2017 en la que se le dio visibilidad a la cultura mexicana, decidió darle la oportunidad a Bao.

El público puede adentrarse en el interior de un hogar chino y conocer su cultura a través de su arte culinario y de detalles delicadamente dispuestos en las escenas. Todos los platillos que se ven en el corto tienen un aspecto tan apetecible y realista que pueden dejar con hambre o antojo a más de uno los espectadores. En la cultura china la familia, el amor y la comida están profundamente relacionados. Este es un aspecto clave que se aprecia en Bao.

Doble lectura

Si hay una habilidad ampliamente demostrada por Pixar es la de crear ficciones animadas que pueden ser entretenidas e inspiradoras para cualquier persona, sin importar su edad. Bao no está exenta de ello. Su narrativa presenta múltiples lecturas; no es únicamente para el público infantil, al que indiscutiblemente hace reír, y al que, muy por el contrario de algunas opiniones, no les resulta perturbador. A los adultos que sí entienden la profunda metáfora, les deja una enseñanza sobre la vida, retratándolos como hijos y como padres.  

La semiótica de Bao es también muy amplia y propicia para su análisis, pero quizás desentrañarla sea revelar demasiados detalles (spoilers). La palabra bao significa dos cosas: pan cocido al vapor y tesoro, o algo preciado. La directora usó el doble significado en ‘Bao’ para hacer referencia a los hijos, y lo que representan ellos para sus madres, cómo se desviven por protegerlos, su mayor tesoro.

El tema tras la metáfora

Bao plasma la relación entre madre e hijo mediante una impactante metáfora que acerca al espectador a la soledad y al abandono que padecen los padres cuando afrontan el síndrome del nido vacío, especialmente aquellas madres que han dedicado su vida exclusivamente al cuidado de sus hijos. Este tema tan sensible es común en todas las familias.

Sin duda, Bao es un cortometraje que se roba el corazón de pequeños y grandes, sin importar la nacionalidad. El amor de una madre y la relación con sus hijos es universal. Si todavía no has visto este corto prepara tu pañuelo y siéntate a disfrutarlo en compañía de tus hijos o de tu madre.