Las lluvias del sur, un cuento de Rubén Darío Álvarez
Jugando y riendo con los niños de la cuadra, quienes se complacían en deslizarse sobre las baldosas que la lluvia volvía resbaladizas, mientras por las calles corrían, haciendo bulla.
A las seis de la mañana podría parecer tarde, un cuento de Jaime Arturo Martínez
Al día siguiente, la encontré vestida con un camisón de los que usaba mamá para estar en casa. Había peinado sus largos cabellos y su semblante era vivaz y luminoso.
Candela, un cuento de Camila Luque Rozo
Ella no veía nada, pero lo sentía. Sentía a su parejo respirándole en el cuello, susurrándole al oído, quemando todo frente a sus párpados cerrados. La muerte bailaba con ella...
Porno, ficción y adicción mundial
Nunca antes en la historia de la humanidad había sido tan accesible la pornografía. El sexo invade el Internet, las redes sociales y un largo etcétera.
Mi pelo también vale, feminismo negro
Es llamado pelo "rucho". La connotación caló con fuerza. Sólo los palenqueros, artistas y gente con look alternativo se atrevía a llevar su pelo así.
El amor en los tiempos de Fruko
En unas vacaciones de mitad de año en Ciénaga de Oro, mi primo Fernando Mendoza me puso a escuchar por primera vez a Fruko y sus Tesos.
A bordo de la Expedición Padilla
Una crónica que se parece mucho a la bitácora de un capitán de navío. Un periplo, en definitiva, muy bien logrado por el arquitecto y curador musical Eduardo Polanco Porras.
El potencial agresivo que desata el alcohol
No es un cuento policial ni de suspense. Ocurrió hace menos de una semana. La mujer se está recuperando. El desenlace ha dejado en su familia todo tipo de preguntas, como es natural. Y a estas alturas no es una revelación para nadie que haya habido alcohol de por medio.
Ciberacoso, un arma letal
Las víctimas del ciberacoso, luego de ser asediadas por mucho tiempo, pierden algunas nociones de la vida diaria. En Latinoamérica el 55% de los jóvenes ha confesado haber sido víctimas del ciberbullying o ciberacoso.
24 disparos, un cuento de Laura Barragán Arteaga
Quise abrazarlo, quise estar allí, no como la niña que tiene que cuidar, sino como la mujer de treinta años que ahora soy y que abraza a un niño con la añoranza de ese hijo que nunca va a poder tener.