Entrevistas

Consuelo Gaitán: «Somos un país lleno de contradicciones»

Cuando Borges fue nombrado director de la Biblioteca Nacional Argentina ya encarnaba la figura de escritor de culto, de abuelo erudito y ciego, que avanza tanteando el suelo con un bastón. Había empezado a enceguecer desde 1952, como su padre, como su abuelo. Pero cuando fue nombrado director escribió el Poema de los dones, en donde advierte que Dios “con magnifica ironía” le había dado “los libros y la noche”. No es un secreto que siempre imaginó el paraíso como una inmensa biblioteca.

En nuestro país, la encargada durante más de seis años de impulsar aquel paraíso de ideas e historia fue Consuelo Gaitán, hoy exdirectora de la Biblioteca Nacional de Colombia.

Su labor, entre otras muchas, fue consolidar la red de bibliotecas públicas en el país, llevándolas a los lugares más aislados del territorio, convirtiéndolas en espacios de verdadero encuentro comunitario, conectadas tecnológicamente: todo un respiro en tiempos de posconflicto.

Celebramos la noticia de la última encuesta nacional de lectura: los colombianos pasamos de 1,9 libros leídos en 2012 a 2,9 en 2017. ¿Qué significa esto en términos prácticos?

Eso es un incentivo para seguir entendiendo que los libros ya están al alcance de las manos. Que esto forma parte de la vida cotidiana, de unas prácticas a las que se tiene derecho.

Es un hecho muy importante: los colombianos deben saber que las bibliotecas públicas son un bien de todos. Por ejemplo en los municipios. Son unos espacios culturales en donde convergen todas las personas posibles. Un espacio absolutamente democrático. Puede ir una mamá lactante, un anciano de 90 años. Y hay materiales, talleres y atención para toda la población. También tiene que ver muchísimo con que la información es un bien y una posibilidad de acceso y de promoción a nivel educativo.

Las bibliotecas tienen eso: tanto los libros en físico como todas las actividades que soportan lo tecnológico, y eso es una ayuda muy grande para la construcción de ciudadanía.

¿Cómo nos deja esta encuesta, comparativamente, frente a otros países?

Hay unas mediciones internacionales que hay que mirar. Sucede que no todas las encuestas se hacen con la misma especificación. Entonces la especificación tiene que ver con edades, con las zonas en las cuales se hacen, con la cantidad de años entre una encuesta y otra. La comparación que nosotros hacemos es con la población total en las cabeceras municipales. A ese nivel, Colombia sí está en los primeros lugares junto con Argentina y Chile.

Ahora, esta encuesta tiene una característica muy importante: hace medición por primera vez en el área rural. Cosa que no tienen otras encuestas de otros países. Nos parece muy importante porque para fijar, y sobre todo, determinar las políticas públicas ahora con la apertura en regiones, gracias a los acuerdos de paz. Empezamos a ver cuáles son las líneas de base, y esas líneas son muy importantes para saber que tenemos que centrarnos más en lo rural, trabajar muchísimo más en las poblaciones aisladas y ese es un trabajo muy importante que tiene que hacer el gobierno.

Hablemos de eso: ¿qué está haciendo el Gobierno Nacional en estas poblaciones de Bolívar, Córdoba, Sucre, Chocó…?

Abordamos todas las zonas que estaban tomadas por los actores del conflicto, eso fue lo primero que hicimos cuando se hizo evidente que el acuerdo de paz sí estaba efectivo. Pusimos 20 bibliotecas móviles en los sitios donde se estaban desmovilizado los excombatientes de las Farc. Zonas en las que el Gobierno Nacional no tenía antes la posibilidad de estar allí. Y eso nos mostró una medición que hicimos con en el Centro Nacional de Consultoría: la relevancia, lo vital, que es que el estado haga presencia a través de ofertas de calidad como por ejemplo ésta que era una oferta cultural importante para una consolidación de la reconciliación. Porque precisamente la reconciliación no se da por obra y gracia. No. Tenemos que conocer las raíces del conflicto, entender a los actores que participaron, las motivaciones, toda una serie de hechos que azotaron a esas regiones.

Y en este momento, a través de los cines foro, los talleres de lectura, se están sentando en el mismo banco una víctima y un victimario. Están, de verdad, entendiendo que fueron todos de alguna manera víctimas de un montón de decisiones que traspasan la individualidad, tomadas en un contexto en que el pueblo estuvo realmente azotado por otras decisiones guerreristas.

 

Biblioteca Publica Móvil a Tierralta Cordoba, Vereda Gallo.

Claro, la cultura abre espacios de encuentro, lugares donde reconocerse…

Ese resultado del Centro Nacional de Consultoría nos ha mostrado que la cultura es una de las herramientas fundamentales para tejer todos los hilos que la violencia había roto. El presidente Santos mencionaba el papel de la cultura, ¿por qué? Porque haber abierto espacios de diálogo significa que estamos remplazando las balas por la palabra.

A raíz de nuestra presencia, en las 20 zonas, hicimos una presencia adicional, llevando servicios de extensión bibliotecaria. Es decir, basados en esas 20 zonas, ahora estamos llegando a 200 zonas. Realmente es determinante que la gente tenga acceso a la lectura, al conocimiento, a poder expresarse a través de talleres de lectura, a poder entender en qué país vive, a poder hacer preguntas sobre geografía, historia, y a tener también la posibilidad de consultar sobre sus posibilidades educativas. Eso es lo que estamos haciendo también con estos servicios de extensión.

Además de la función de conservación histórica, sabemos que la Biblioteca Nacional adelanta una digitalización de sus grandes fondos, ¿cómo marcha el proceso?

Sí, una de las funciones misionales de la biblioteca es toda la conservación patrimonial, todo el acervo. Tenemos varias líneas de trabajo. Una es digitalizar todos los documentos que están en riesgo. Es muy importante conservarlos para la memoria del futuro, y también para en análisis del pasado. Otro aspecto es hacer procesos creativos con las digitalizaciones: hacemos exposiciones, ofrecemos la posibilidad de que los investigadores puedan hacer proyectos a través de ellas, como por ejemplo el libro que acabamos de sacar que se llama ‘Mapeando Colombia’, que es una historia a través de los mapas, que es digital.

Claro. Es justo lo que hacen con el libro digital de Antonio Caballero ‘Historia de Colombia y sus oligarquías’, lo he leído de arriba abajo.

¡Sí, precisamente! Y ahora sale en físico. Es importante que entendamos que los dos formatos no son excluyentes, para nada, al contrario: son complementarios. Como ustedes pueden ver (con el libro de Caballero), empezamos leyendo cada mes y medio o cada dos meses que salía un nuevo capítulo, y ahora queremos tener el libro en físico. Pero también las personas, que no tienen la posibilidad de comprar el libro, lo pueden ir leyendo y descargando digitalmente.

Por otra parte estamos haciendo el proceso de digitalizar la biblioteca de Cultura Colombiana. En julio, queremos tener 150 libros disponibles digitalmente, aquellos que consideramos más importantes, que han conformado la identidad cultural de Colombia. Ahí vienen libros desde el siglo XVIII hasta los últimos libros de poesía de Piedad Bonett, de Alfredo Molano, Daniel Samper, Alberto Salcedo Ramos; también tenemos obras como La María, La vorágine. Tenemos unas crónicas antioqueñas preciosas… Esperamos entregar esta biblioteca ya consolidada y para el uso libre de todos los colombianos en julio.

En la Biblioteca Nacional se conservan varios objetos y artículos de Gabo: su máquina de escribir, varios manuscritos… ¿Qué lectura hace usted de aquel patrimonio?

Creo que el hecho de que la familia haya considerado que el diploma y la medalla del premio Nobel, así como la máquina en la que terminó ‘Cien años de soledad’, esté en Colombia y en la Biblioteca Nacional, es un gesto en donde se ratifica la colombianidad de Gabriel García Márquez.

Hemos hablado muchísimo de la universalidad de García Márquez, pero me parece muy importan reconocer que el sabor, la postura, toda la temática de la cual surge la obra es colombiana. Y también fundamental que la Biblioteca Nacional tenga ese deber de conservar hacia el futuro, pero a la vez mostrarle a todos sus compatriotas que aquí existe la posibilidad de hacer excelente literatura, que tenemos un personaje en el cual nos podemos reconocer, y en el cual nos podemos entender. Como ustedes saben ‘Cien años de soledad’ es la historia de este país, de la idiosincrasia de nuestro pueblo, de las guerras civiles, de la creatividad y de la alegría colombiana, del amor; o sea, es la historia de lo que somos: un país lleno de contradicciones.