Arte y Letras

La apariencia de Jesús

El arte renacentista de Miguel Angel y Leonardo da Vinci, y de algunos barrocos como Rembrandt y Rubens nos legaron la imagen del Jesús de cabello largo y castaño, barbado, con los ojos azules y una apariencia majestuosa, dulce y serena que lo destacaba entre los demás, imagen que habrían de consolidar las películas estadounidenses o europeas, las estampas populares y las estatuas de las iglesias.

Hace algunos años, la cadena de televisión History Channel reunió a científicos ingleses e israelíes, entre arqueólogos, anatomistas, médicos forenses, historiadores, para que se ocuparan de reconstruir el que pudo ser el aspecto físico más probable de Jesús, utilizando varias fuentes, incluso lo que se dice en la Biblia. Restos óseos de la época y el sitio donde transcurrió su vida, los testimonios de las Sagradas Escrituras, las evidencias históricas de la fisonomía de los judíos de entonces, entre otros datos,  sirvieron para modelar el rostro, utilizando técnicas de proyección 3D y de antropología forense.

En 2010, presentaron un documental, relatando cómo se había hecho la reconstrucción y, a diferencia de lo que creían, la noticia no tuvo el impacto esperado, y a los pocos meses el tema cayó en el olvido.

Sin embargo, todos, y especialmente los cristianos, nos seguimos sintiendo intrigados por saber si la fisonomía de Cristo, en su vida humana, fue realmente como la tradición nos lo retrató, y secretamente esperamos que algún día aparezca un testimonio gráfico incontrovertible.

Por lo pronto, sólo contamos con la información histórica y antropológica, y principalmente, con los Evangelios y los libros de profetas como Isaías para responder a esa gran pregunta: ¿Cuál era el verdadero rostro de Cristo?

El Bautismo de Jesús. Pintura de Leonardo Da Vinci.

La imagen clásica

La figura de Jesús, blanco y de cabellos largos, posteriormente estilizada por los pintores barrocos y renacentistas, viene de dos fuentes básicas.

Reconstrucción estilizada a partir de la imagen en negativo del Santo Sudario de Turín. Foto Cortesía.

La primera es de la afirmación de que a Jesús se le decía “nazareno”, no porque se hubiera criado en el minúsculo y poco conocido pueblo de Nazaret, sino porque pertenecía a la secta de los nazareos (apartados para Dios), un grupo de hombres de los antiguos hebreos consagrado por entero a Yahveh, que no tomaban vino, no se cortaban el cabello, no podían acercarse a los muertos y poseían un gran poder espiritual. De ellos se habla en Números 6, 2-6.

La segunda es la imagen del Santo Sudario de Turín, que se dice que fue la sábana que envolvió el cuerpo de Cristo después de su muerte y sobre la cual quedó impresa su figura en sangre.

Sin embargo, aun considerando la ambigüedad de la traducción bíblica, parece que es muy clara la mención a Jesús de Nazaret, es decir, Jesús el nazareno, no Jesús el nazareo. Además, si hubiera sido nazareo, como lo fue Sansón, no habría podido tomar vino, y en Mateo 11, 18-19 se afirma tajantemente que sí lo hacía. De manera que es muy improbable que, contra la usanza de la época, tuviera el pelo largo.

En cuando al Santo Sudario, no hay ninguna certeza sobre su origen y antigüedad.

La imagen reconstruida

Si nos atenemos al profeta Isaías, Jesús era un hombre común y corriente, tal como lo afirma en el capítulo 53, versículo 2, que es una profecía sobre el aspecto del futuro mesías: “No había en él belleza ni majestad alguna; su aspecto no era atractivo y nada en su apariencia lo hacía deseable.”

Eso significa que su aspecto físico era muy similar a los judíos de la época. Es probable, como dijeron los científicos consultados por History Channel, que tuviera la piel morena, quemada por el sol, ya que hacía grandes recorridos caminando; los ojos oscuros; el cabello negro, rizado y corto; pómulos y nariz prominentes; y barba.

Su aspecto común es respaldado por lo dicho en Mateo 6, 48-49, al narrar el hecho de su captura, y la señal de un beso, convenida por Judas, para identificarlo: “Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle.”

Como Marcos 6,3 dice que era carpintero de profesión, se presume que debió ser un hombre fuerte con los músculos de brazos y hombros desarrollados, y con las manos ásperas y llenas de callos.

Lo del cabello corto está respaldado por la descripción de Ezequiel 44,20, que explica cómo eran las costumbres de los judíos en su aspecto: “Y no se raparán su cabeza, ni dejarán crecer su cabello, sino que lo recortarán solamente”.

Reconstrucción del rostro de Jesús hecha por los científicos israelíes y británicos consultados por History Channel.

Otras fuentes

Curiosamente, en los primeros años del Cristianismo, la imagen de Cristo era de un joven resplandeciente, seguramente inspirada en la iconografía pagana, sobre todo el dios Apolo en su versión del “Sol invictus”, pero a medida que pasaron los siglos, esta imagen fue envejeciendo, para mostrarnos a un Jesús más adusto, con la expresión de quien ha vivido su vida.

En la New Catholic Encyclopedia se menciona un supuesto texto del siglo XIII que dice ser una carta escrita por alguien llamado Publio Léntulo al senado romano, en la que se incluye una descripción del físico de Jesús, afirmando que tenía los “cabellos color avellana claro, lisos hasta las orejas, luego rizados y con reflejos azulados y brillantes, sueltos sobre los hombros, y partidos en medio de la cabeza, barba abundante, del mismo tono que el cabello, poco larga, y algún tanto partida en medio del mentón; con ojos verde claro”.

Como no hay ninguna evidencia de la autenticidad de este texto, la imagen de Jesucristo fue variando entre siglo y siglo, desde los comienzos de nuestra era.

“Cada época creó el tipo de Cristo que deseaba”, dice la New Catholic Encyclopedia.

Imágenes: Archivo.