Narrativa

Mixía, un cuento de Jaime Arturo Martínez Salgado

Mixía, ya adolescente, fue iniciado en las ceremonias al dios Sol. Este era un ritual donde un hombre joven era puesto encima de una gran piedra, le era extraído su corazón para ser luego despedazado y servir de alimento a la deidad.

Mixía, había sido considerado por los ancianos como el mejor prospecto de su pueblo para que los condujera en un futuro inmediato, pero él no resistió aquella carnicería y optó por huir y refugiarse en un pueblo vecino que habitaba del otro lado del río. Estos adoraban al dios Luna y eran, por consiguiente, sus enemigos.

Allí fue acogido. Se le recibió con regocijo y muchas expectativas pues éste había sido entrenado desde muy niño y era experto en las artes de la guerra y el combate. Tras unas lunas de permanecer ahí, decidió adiestrar a su nuevo pueblo para exterminar a los adoradores del dios Sol y a sus prácticas perversas.

Fue así como los capacitó y aprestó para el combate. Cuando consideró cumplida su tarea, distribuyó los guerreros en estratégicas posiciones, aderezó las armas y escogió la noche más oscura del año para atacar y vencerlos.

Llegó el momento. Cuando se disponían a sorprenderlos. Inesperadamente apareció el dios Luna en el firmamento e iluminó todo el valle. Mixía, desconcertado, levantó el rostro en busca de una respuesta y ésta llegó: una flecha atravesó su garganta. El dios Luna no podía estar ausente de esa batalla memorable organizada en su honor.