Narrativa

Ensayo sobre la locura, un relato de Ernesto Ladeutt

Por desgracia fue domingo todo el día con un espantoso bochorno de mayo. Hacia un sopor irresistible. En ese vomitado día habría de marcarse algo nuevo para mí, yo alguien tan común y corriente que ha sido menospreciado por esta banal existencia donde todo vuelve a lo mismo día tras día. Como un libro que se escribe y reescribe contando siempre la misma patética realidad, en los albores de aquel domingo siendo no más de las ocho de la mañana escuche una voz. Una voz tenue que susurraba dentro de mí ser, repetía palabras sin sentido, en mi cabeza solo se profería palabras que decían cosas sin razón de ser. Pero dentro de mi conciencia escuché una voz aún mucho más fuerte diciéndome príncipe. Que locura son las que emanan dentro de mí, pensé, seguro eso me pasa por estar leyendo anoche tantas estupideces, tanta vaguedad en las redes sociales. Pero para colmo la voz seguía aumentando cada vez y cada vez más, como un eco espantoso que se detenía en mis oídos, sin poder hacer nada para quitar aquella voz que decía lo mismo siempre, siempre lo mismo, príncipe, La voz musitaba con cierta angustia esa palabra.

No soportando más le dije a la voz que se callara, no obstante, la voz acelero y con un zumbido aterrador recitó príncipe mil veces más. Será la locura que se ha cernido sobre mí pensé, será que estoy durmiendo todavía, será que de tanto leer ya he perdido la cordura y he confundido la conciencia con algún sueño inhibido de mi subconsciente. La voz volvió a decir príncipe, pero esta vez con un agregado más, dijo que haces fuera de tu reino. Sentí cierta desesperación e ira al no poder quitar de mí aquella horrible voz, entonces vino a mí, ideas semejantes a la locura y pensé es dios quien me habla, pero hablaría dios conmigo pensé. El mundo en sí ya es un desastre como pensar que yo soy un elegido y si lo soy, seguí reflexionando.

Volvió la voz tenue a proferir príncipe que haces fuera de tu reino, sonreí un momento definitivamente la locura ha llegado a mí, seguro ahora me esperan miles de pastillas, drogas que calmaran mis pensamientos, si es eso pensé. Seguro harán tratamientos conmigo que procuraran componer mi ajetreada mente, si trataran que vuelva a ser como todo el mundo un ser ahí sin análisis, un autómata que solo sirve para producir y dañar igual a todos, es eso lo que me depara la vida. Vivir enajenado en las drogas de la sociedad. Pero la voz dijo con más seguridad príncipe por qué no estás en tu reino, entonces siendo sarcástico con aquella voz, le dije, mi reino no es de este mundo. Ahora la voz entonó con más fuerza y vehemencia su perturbadora oración, príncipe porque no estás en tu reino, esta vez tuve miedo al responder, supe o creí saber que la voz era real, escuchar esa espantosa voz diciéndome esas palabras me hacían sentir ahogado, entonces vino sobre mí un desasosiego enorme, descomunal que no podía apartar de mi ser.

Serán las tinieblas que me hablan o es lo divino, le pregunte. La voz respondió, no hay cielo no hay infierno e igual eso no importa. Sentí un desagrado y pregunté entonces que deseas de mí. Que busques tu reino dijo la voz dentro de mí, volví y cuestione sabes tú cuál es ese reino, si es que existe. Tu reino dijo la voz es aquel donde los hombres moran, donde la humanidad muere y deambula cual máquina sin razón ni sentido ¿Cómo así? Pregunte, a que te refieres con la humanidad que muere, a que reino exactamente te refieres. Pero seguí incrédulo ante semejante idiotez. Será que algún trauma de mi niñez ha venido a mí a reclamar mi cordura, es la locura de la que en tantos libros he leído y ha llegado a mí cual tormenta invernal, ahora no me queda nada que hacer, solo deambular por las calles polvorientas de Cartagena, esperando migajas. Observando a los cuerdos ser tan meticulosos y limpios con sus objetos, con sus dilemas, viéndolos caminar con sus problemas citadinos, llegando a su casa creyendo llevar una vida correcta. Juzgando sin discriminación a cualquier, creyéndose libres de pecados, señalando con su dedo al otro.

Cuál es mi reino, la locura de vivir en indigencia libre de todo tormento social o mi reino es el reino de mortales que nos conlleva al sufrimiento. La voz cayó como un trueno en pleno desierto que da las esperanzas a nuevas lluvias y volvió a pronunciar dulcemente levántate y anda tu reino espera por ti. Me colmé aún más de ira, una ira profunda con esa voz que atormentaba cada instante de mi espacio tiempo, que reino podía yo tomar el reino de los hombres que tan viciado esta, ese reino infernal no lo quiero, es un reino melancólico, un reino de infertilidad, lleno hasta los tuétanos de vaguedad, que daña y mata, que no se fundamenta en nada, un reino vacío y escueto. Vivir gobernando mortales que solo desean el bien del otro, vivir y gobernar a mortales que solo llevan en sus genes las desgracias de las extinciones de las demás especies, que tipo de reino quieres que tome un reino sucio y pútrido, un reino que solo sabrá quitar a los demás para vivir cual parásito inicuo que se pega a la existencia de otro y extrae sin dar nada a cambio.

La voz se enardeció más como un zumbido dentro de mí, como un eco explosivo, como una pésima canción navideña que resuena todo el día de diciembre, dijo príncipe el destino te deparó para esto, no dudes más y toma tu reino. “El destino me deparo para esto” para vivir en concordancia con la podredumbre humana que se ata a sí misma a sus propios desdenes y diluidos anhelos sin sentidos. Si ese es mi destino entonces no habrá otra cosa que rechazarle y apártalo de mí, no quiero vivir las incongruencias de una humanidad que siente superior a las demás especies y es inferior a sí misma. Mi reino viciado de una humanidad llena de perplejidades, extasiada de inicuos pensamientos que son llevados a su expresión más elevada a la hora de gobernar. No puedo yo ser un príncipe, la voz musito una vez más tu reino espera por ti. Esta vez sentí que la voz tenía grados de realidad, que no era una invención mía que carcomía mi subconsciente, definitivamente era cierta. Yo no podía creer que dentro de mí hubiese tal estupidez. O será la locura, si no es dios ni un ente maligno es la locura, que ha venido a mí, a reclamarme a mí como su propio reino, ese reino de libertad que solo puede ofrecer un estado psicótico que busca en mí su liberación, que ahonda en mí para allanar el camino de paz y tranquilidad.

Solo la locura puede ofrecerme este estado, pues he notado la tranquilidad de aquellos que han desviado sus mentes. Los he visto caminar sin la sensación de tener un prejuicio moral y cultural, los he visto llenos de paz al estar tirados ahí en un montículo de arena viendo pasar los buses, los transeúntes, los he visto burlarse de la vida de todos los que viven en su tragicomedia cotidiana teniendo que trabajar, buscando tener familias, criar hijos todas esas pestilencias humanas que nos matan poco a poco. He visto sus caras pasivas ante la lluvia dejándose mojar sin pensar si la ropa zarrapastrosa que llevan se les ha de dañar, los he visto sucios y harapientos con una fetidez similar a la basura siendo autónomos en sí mismos, no creyendo en las apariencias, ese será mi reino. 

Es la locura mi reino le pregunté a la voz, ella respondió solo tú sabes. Ya confundido con la voz y mi incredulidad a creer que fuera cierto que mi razón se había perturbado, pensé que solo debo dejar de pensar, no he parado de pensar en esto y por eso me estoy trastocando, dejaré de pensar, si ya no pienso más la voz va a desaparecer, pero luego vino la idea de cómo dejar de pensar, como uno hace tal cosa. Meditaré me dije, la voz dijo príncipe no te atormentes más y busca tu anhelado reino. Sentí rabia con esa ruin voz, pero luego caí en cuenta que seguía pensado, pienso, pienso siempre, cómo dejo de hacerlo. De golpe sentí un temor arrinconado en mi ser, un terror de no ser feliz, de haber vivido de acuerdo a principios morales tontos y vacíos. El miedo que yace en mi alma me hizo sentir vomitado en el horror de haber vivido siendo siempre un ser perplejo, que no ha caminado en la dicha de la vida, que no ha tenido un instante de paz. Que el gran vicio que he tenido es haber sido siempre un humano que no logró superar su humanidad, que se llenó de melancolías, que durmió en los sauces de la mediocridad. Que la venganza de la vida venga sobre mí, me arrastre al más ínfimo lugar de los infiernos, no merezco la vida si no la vivo, no merezco siquiera la muerte, pues para ello debí haber vivido, la condena de Sísifo es la única que depara para mí.

Me autocondenaré al sufrimiento de lo cotidiano hasta que de un golpe la muerte sienta lástima de mi ser, me arrope para arrastrarme a lo más profundo de los infiernos. En aquel momento de locura psicodélica vino otra vez, la voz como rocío de lluvia en mis oídos, con esas palabras desagradables de mi reino y yo ser un príncipe, el miedo comenzó a desgranar mi alma atormentada, comencé a sentir un temor profundo, un miedo de haber sido abandonado, arrojado entre caníbales, nada en ese momento estuvo más lleno de perplejidad, nada en ese instante me había hecho sentir demasiado humano. Lágrimas de angustias recorrieron mi rostro, mi cara hincada dejo caer en cada gota de lágrima para liberar mi miseria humana, a su vez comencé a sentir la satisfacción de paz, una sensación que abrió las puertas al entendimiento, pude sentir el peso de la vida y a su vez pude arrojarle al instante.

Desperté, me erguí salvajemente hacia la luz de la razón, mi reino es el reino de la locura, jamás había estado tan cuerdo, Salí de mis aposentos en busca de la libertad anhelada por el hombre, solo que al fin la había encontrado. No necesito ser como lo demás, no fingiré ante ninguna sociedad con su putrefacta vanidad, mis pasos guiaran mi alma a una nueva efervescente luz sin una moral retorcida, es la razón mi locura, es mi locura mi razón de ser. Podré arrojar piedras pues libre de pecados estoy, mi corazón purificado ahora se encuentra, la lluvia será mi protector, el sol será mi redentor. La vía láctea con sus estrellas guiará mis pensamientos, no habrá más potestad humana sobre mí, con sus leyes maltrechas, con sus calumnias, mentiras que se han vociferado durante milenios ahora he de arrojarles al fango donde pertenecen. No habrá más medicina barata de curanderos blasfemos llamados médicos, no tendré más cerca curanderos de almas llamados sacerdotes con sus dioses falsos, ahora encontré a mi verdadero Dios, él, el dios que encontré siempre había habitado en mí y yo en él.

Ahora me hallo, me encuentro en el lugar ideal, es un lugar sin lugar más allá de lo real pues solo habita en mis pensamientos. Todas las banalidades, todas las tristezas, melancolías y desasosiegos, fueron hilvanados hasta este preciso momento de libertad. Libre soy de andar en mi propio reino, este reino no tiene límites va más allá de toda frontera, está más allá de toda moralidad, no soy y soy, no estoy y estoy. Hoy tengo el don de la ubicuidad puedo estar aquí y allá, la música será mi alimento, el alimento que hilvana a mi alma con este mundo y el otro. Caminaré por senderos desconocidos para los hombres, senderos extasiados de paz, en ellos dejaré paso tras paso un verso, las aves con sus cantos llevaran mi realidad a una realidad onírica en todo momento, el viento peinara mi cabello a su modo y estilo. El juguetear de las aves con sus cantos serán mis nuevos libros, en ellos encontraré las frases más sabias nunca antes escritas, en las hojas de las plantas leeré los poemas más hermosos no escritos aun por ningún Dios u hombre y viceversa.

La lluvia, el frío, la noche, el día, los amaneceres, los atardeceres serán para mí un momento de complacencia donde mi ser busca el principio de todo lo desconocido, todo lo que nos ata a un mundo superfluo, soy el príncipe sin reino de un lugar indefinido, pues mi reino no pertenece al reino de los hombres es un reino libertado de todo acto mundano. He roto las cadenas del letargo que hace a la humanidad tan humana. Ahora en este aposento interno, suspiro hondo y con tanta tranquilidad, solo iré a donde deba ir, sin saber dónde, porque mis límites solo los traza el otro. Yo estoy en otro momento, en otra conciencia, en una conciencia elevada más allá de toda divinidad mundana. Tiré, deseché, arrojé mis pecados y mis temores, liberté mi alma de sus males. Ahora soy. Ahora yo soy, un águila arpía que vuela sin cesar, una serpiente que ha constreñido todo su mal, un jaguar enardecido que ruge de fuerza volátil gritando libertad, soy una nube que va, transita a donde quiere, que llueve donde quiere, soy el agua del río matute cristalina y fría que fluye en su cauce natural. La oscuridad, la luz, solo serán espejismos en mi nuevo acontecer, seré el Mesías de mi propia religión, será una religión sin falsos profetas donde no tendré que adular más que a mi propio pensamiento.

De vez en cuando, solo a veces descenderé de mi paz interior para recordar lo humano que fui, a eso que creo que llaman cordura o razón. Si alguien llegara hasta mí e intentara juzgar o despreciar mi humanidad, recibirá de mi parte solo una risa, un par de carcajadas que en su mirada atónita y desorbitada no entenderá. No en vano os digo quien del entendimiento sea poseedor pues entienda. Llego la hora de partir, un camino de felicidad y tranquilidad aguarda a mí ser, a un príncipe que le llegó el momento de gobernar, ya sé cuál es mi reino y comarca es: la locura.   

Imagen: Archivo.     
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