La desvergonzada entrevista laboral
Esta obra escrita por el dramaturgo y periodista Eduardo Viladés fue ganadora por unanimidad del certamen internacional de literatura Fernando Ballesteros Saavedra 2018.
El cachirulo que vibra
Llevaba en paro veinte años. Vivía en España, no lo olvidemos, cuna de parásitos retóricos que se nutren de envidia y mediocridad. Por eso, cuando vio el anuncio se emocionó.
El monstruo de Isla Escondida, un cuento de Luz Manosalva Méndez
La realidad es que la imagen es tan aterradora que es difícil definir una forma. Nereo nunca había sentido tanto calor en la isla, ni nunca —al mismo tiempo—, había visto temblar a la gente como si tuvieran frío en las nieves perpetuas.
Las hijas del carnicero, un cuento de Elkin García
En el barrio en el que vivo están sucediendo cosas bastante raras. Se están perdiendo los niños. Sí. Los de uno, dos, tres, cuatro, cinco años. Todos los vecinos andan alarmados, muchos les han comprado revolver a sus sirvientas.
Los lectores, un cuento de Andrés Pinzón-Sinuco
El proyectil, precedido del sonido metálico del silenciador, perfora sin esfuerzo el esternón y el tendón intermedio del cuello de Phillip. El cuerpo cae al suelo en lo que tarda un suspiro en disiparse.
Los que vinieron de lejos, un cuento de J. J. Junieles
La posible existencia de vida extraterrestre siempre nos había cautivado, desde mucho antes de que fuera posible viajar al espacio, artefactos, objetos y pinturas rupestres...
La calle con olor a salitre, un relato de Eduardo Viladés
Si yo pudiese, creo que saldría a pasear todas las mañanas por la playa de Las Arenas luciendo pantorrilla y escote. Remedios fue novia durante un tiempo de Ezequiel, el chaval que trae el género a mis padres con el camión.
Las Águedas, un relato de Eduardo Viladés
En Sicilia, aunque gocemos de un clima mediterráneo y tendamos al histrionismo, somos muy cautos a la hora de entablar conversación con las chicas, quizá fruto de la insularidad y de que la mamma siempre nos tiene bajo control.
Los espejos, un cuento de Víctor Laureano Vega
En su abismo, pensé en un principio, no había nada. Después advertí que en el centro, ahí entre la oscuridad reflejada y un pequeño triángulo de esa luz azul, había dos objetos: una cajetilla y unos lentes.
El evangelio de los perros, un cuento de Rodolfo Lara Mendoza
Lo demás era noche cerrada. Silencio en el que no tenía cabida voz humana alguna, aquel engreído juguete de Dios que desde hacía tiempo yacía hecho pedazos. Los perros, en cambio, seguían incólumes.