Textos de autor

Los Pilares de la Tierra hace vibrar el Principal de Zaragoza

Escrito por Eduardo Viladés

¿Qué hora es? ¿Dónde estoy? ¿Por qué todo está oscuro? Me duelen las muñecas y la cabeza, como si alguien me hubiese dado un golpe. Sólo me acuerdo de las inocentes campesinas enamoradas del amor inalcanzable, de los apuestos príncipes azules que esconden betún en sus entrañas, fantasmas espectrales de la Inglaterra profunda que beben vino para olvidar.

Vivo en una aldea cerca de Kingsbridge caracterizada por lo esotérico y lo misterioso. Lo sabes muy bien porque acudes a mi encuentro cada noche cuando abres las páginas del libro. En la vertiente sur del estuario de Devon se encuentra la catedral, del siglo XII, mandada construir por mi amado Jack tras varios quebraderos de cabeza, exilios en España y persecuciones. En ella se inspiró Bécquer al escribir sus desgarradoras Cartas desde mi celda. En Kingsbridge y en Veruela. También en el monasterio de Poblet y en Canterbury.

Querido lector, ¿no te das cuenta de que también vivo en una celda? Intento escapar del libro, pero no puedo. Espero que este musical me permita vencer los colmillos del tiempo. Esta sociedad huele a orines, obsesionada con una tecnología que hace desechable todo lo demás, que no tiene en cuenta las grandes narrativas del pasado, un momento de la historia donde la trama de Los pilares de la Tierra no tendría cabida.

Pero la tiene, en este Teatro Principal de Zaragoza un 25 de octubre por la noche. Último día de la gira, lleno absoluto.

Corazón trapense, alma de saltimbanqui, la mejor poesía es aquella no escrita. Deja que te susurre, lector ensimismado, boberías al oído cuando me mandes el billete de ida al báratro para rescatarme.

Aliena es mi nombre, una mujer periférica, que sale de la alcoba desnuda, sin bragas, que entiende que el sexo es un modo de comunicación en medio de esta época que han llamado “de la anarquía inglesa”. Sin reyes, sin normas, sin estado, sin preceptos medievales metidos como sanguijuelas en nuestra sesera. El miedo tiene más poder que la esperanza y que el amor porque es como un agujero negro que se lo traga todo. Estoy cansada de vivir con miedo.

Porque gobernar a base de miedo es muy eficaz. Lo veo con el obispo y con los reyes en esta Inglaterra que vaga sin rumbo. Si se amenaza a la gente diciéndole que será degollada y luego no se concreta, se la puede azotar y explotar y se dirá que no ha sido tan grave. El miedo hace que no se reaccione, es más fuerte que la verdad. Si el miedo convive con la incultura y la ignorancia se produce el caos más absoluto.

Escribir alarga la vida de la memoria, impide que el pasado lo engulla todo, por eso estoy en este palco de butacas observando a estos maños perdidos que confunden la Edad Media con una marca de comida rápida. Los artistas vivimos en el pasado y el futuro, nunca en el presente: nuestros recuerdos y nuestra percepción de lo que está por venir. Somos incapaces de definir lo que nos sostiene. Tampoco lo que nos define. Eso me dice Jack, mi amado, todas las noches en el hades de los arquitectos defenestrados, mientras que por su imaginación pasan arcos, coros, cruceros, transeptos, atriles y púlpitos a los que se suben sacerdotes de muy mala catadura que intentan meter pamemas de segunda a la población.

Inundados por enormes cantidades de información banal perdemos la noción de las grandes narrativas, del pasado, de la historia, la memoria y la continuidad del tiempo. Todo es un perpetuo y atiborrado ahora en el no cuentan las grandes ideas de otros tiempos, salvo la catedral de Jack, salvo la obra de Ken Follet, un catálogo de pasiones humanas. Amor, maldad, ambición y venganza en un mundo diferente al actual, pero con muchas similitudes. Mismo caramelo, diferente envoltorio.

Porque yo, Aliena, quiero que mi época sea recuperada, rescatar un mundo abolido del que solo somos conscientes cuando desaparece. Quiero poner en valor mi era, eliminar el sambenito oscurantista que le colgó el Renacimiento, hablar de luz en este musical que sacude España entera por sus hechuras clásicas que huelen a prado y a mañana de lluvia.

Más de 70 personas participan en la puesta en escena de esta obra, entre el elenco, músicos y técnicos. El musical cuenta con una impresionante escenografía, en la que destaca la gran vidriera de la catedral. Con seis metros de diámetro, para su elaboración han sido necesarias 2.000 piezas de cristal, cuidadosamente cortadas, talladas, pintadas y ensambladas a mano. Más de 400 horas de trabajo artesanal fueron necesarias para su elaboración. Con sus casi 600 kilogramos, se ha convertido en el símbolo del musical, como una metáfora luminosa de la fe, la belleza y el esfuerzo humano que transmite la obra.

Este último párrafo lo ha añadido el periodista que está a mi lado, pereza máxima, no me gustan estas frases seleccionadas de cualquier folleto cultural de la ciudad. Quien cuenta soy yo, Aliena, una mujer adelantada a su tiempo que, tras cumplir la promesa que había hecho a su padre, consiguió que su ciudad renaciera de las cenizas y vivió feliz con el amor de su vida contra todo pronóstico. Porque, incluso en los abismos de la vida, hay esperanza. Y ahora, dejadme, que tengo que subir a escena, el apuntador me indica que debo declamar un monólogo. Me encantan los soliloquios porque todas las líneas son mías, porque miro al público más allá del público, como si viera visiones, como si pudiera vencer al presente para instalarme en el pasado en el que realmente estaban cimentándose los pilares de la tierra.

 

Eduardo Viladés

Escritor, dramaturgo, director de escena y periodista con más de 25 años de carrera, referente de la cultura española contemporánea. Ganador de prestigiosos premios internacionales de teatro y literatura, Eduardo Viladés cultiva el teatro largo, de medio formato y de corta duración, así como la narrativa. Ha publicado dos novelas y prepara la tercera. Sus obras teatrales se representan en varias ciudades españolas, México, Colombia, Perú, República Dominicana y Estados Unidos. Elegido dramaturgo del año 2019 en República Dominicana y en 2020 en La Rioja a través del Instituto de Estudios Riojanos. Colabora asiduamente con sus ensayos, relatos y obras de narrativa con las editoriales Odisea cultural (Madrid), Canibaal (Valencia, España), Extrañas noches (Buenos Aires), Microscopías (Buenos Aires), Lado (Berlín), Otras Inquisiciones (Hannover), Primera página (México), Gibralfaro (Málaga), Windumanoth (Madrid), Amanece Metrópolis (Madrid) y Viceversa (Nueva York). Compagina su labor como dramaturgo y director de escena con el periodismo, área en la que cuenta con más de dos décadas de trayectoria profesional en diversos países del mundo como reportero, editor y presentador de TV. Ha vivido en Reino Unido, Italia, Bélgica y Francia. Hoy en día trabaja también para la revista Actuantes, la principal publicación española de teatro, lo que le permite combinar el periodismo con las artes escénicas. También es experto en periodismo cultural y documentales de sensibilización social, un artista polifacético.