Sabía que ese sería mi fin. Apenas iba a cumplir trece años y mi vida ya estaba rumbo a la muerte para acompañar a mi abuela.
En el centro histórico medieval cremonés se encuentra el taller de luthería del colombiano Giorgio Grisales y su sobrino Ricardo.
Asistimos al retrato psicológico de un personaje, cuyos apetitos por la comida causan una identidad construida sobre un cuerpo rechazado.
El alcohol no sirve para nada. Pasa la vida por el costado y uno con olor a lúpulo, a birra barata, a sativa, a tabaco enjuto, o a derrota por ser el menor.
Una feroz crítica social contra el adoctrinamiento y la mansedumbre de pensamiento, una llamada a las nuevas generaciones para que despierten del letargo.
Sícalo fue un gran lector, como Borges, otro de sus grandes autores de cabecera. Se enorgullecía de lo que había leído más de lo que había escrito.
Fausto encarna una condición humana. La del hombre que no encuentra satisfacción en el mundo y tiende a ir más allá de los límites.
La lluvia, el frío, la noche, el día, los amaneceres, los atardeceres serán para mí un momento de complacencia.
El hombre, a lo largo de su evolución, ha experimentado con distintos elementos psicoactivos, primero por cuestiones religiosas, luego con intenciones hedonistas, y por último con fines biopolíticos.
Mi brusco movimiento para vomitar junto a la cama la sacó de golpe del trance sexual, que hasta ese momento parecía interminable.