Llevaba en paro veinte años. Vivía en España, no lo olvidemos, cuna de parásitos retóricos que se nutren de envidia y mediocridad. Por eso, cuando vio el anuncio se emocionó.
Completamente, me estremecí. Yo había conocido a Manuel Zapata Olivella, no en la versión de papel y tinta de Gabo, sino en la compleja de la carne y el hueso. Absurdamente sentí que García Márquez me estaba robando un personaje que me pertenecía.
Una es la mesera que cobra, la otra pone música electrónica. Ambas son dispares, la una muy gorda, la otra bastante flaca. Y está la tercera, la que ha despertado el súbito interés. Pinsel descrubirá en 6 minutos 44 segundos que su nombre es Emilia.
La policía y los bomberos de testigos levantaron el cuerpo y lo envolvieron en una bolsa negra.
Es bonaerense, aunque también es ciudadana italiana. Deja entrever su amor por los mares, los navíos y la navegación en algunas de sus fotografías; aunque esto no es lo único que suele captar su lente. "No existe nada que no me inspire", afirma.
Como una niña maldita que te mira a los ojos mientras te apuñala con el rímel corrido y una sonrisa inocente en los labios pintados de un intenso carmesí.
El remolino en el vórtice le da la razón a quienes proponían que aún existe potencial narrativo en los personajes de esta franquicia, al tiempo que despierta el interés de los lectores por nuevas propuestas derivadas de la obra original.
Tres poemas del escritor argentino Federico Serralta. Tres andamios que en lugar de vigas o tablones tienen imagenes dispuestas horizontalmente que evocan la urgencia cotidiana, la insuficiencia y el vino.
Ante nuestros ojos incrédulos Junieles acomete con parsimonia el curioso proyecto. Le pone alma al asunto, y todos sus cojones. Hay que concederle que cree en lo que está escribiendo, con ese ánimo suicida de los cronistas viciosos.
La realidad es que la imagen es tan aterradora que es difícil definir una forma. Nereo nunca había sentido tanto calor en la isla, ni nunca —al mismo tiempo—, había visto temblar a la gente como si tuvieran frío en las nieves perpetuas.