Textos de autor

Rebeldía en la escritura femenina: Hélène Cixous y Rosario Ferré

En las últimas décadas los estudios en torno a la escritura femenina han tomado una enorme relevancia en el campo académico y cultural, considerando que con el auge del movimiento y la teoría feminista se empezó a desempolvar y rescatar gran parte de la literatura de muchas mujeres e investigadoras que por mucho tiempo estuvieron relegadas.

Sin lugar a dudas, vivimos tiempos significativos por el reconocimiento de los distintos roles que desempeñamos las mujeres en la sociedad, asimismo el mundo paulatinamente ha tomado conciencia de una perspectiva de género que penetra cada vez más todos los estamentos e instituciones políticas y sociales. Sin embargo, históricamente la escritura femenina se ha enfrentado a la resistencia y las limitaciones que la condición de mujer encarna en sí misma debido a las construcciones de verdad socialmente aceptadas en torno a la idea de la feminidad.

Estas verdades han sido cuestionadas por diferentes autoras desde el ejercicio de una escritura creativa que plantea nuevas formas de entender la cotidianidad de las mujeres, al tiempo que pone en tela de juicio y destruye paradigmas e imperativos sociales que durante siglos determinaron lo que significaba ser mujer, cómo debían comportarse las mujeres, qué debían sentir, qué debían esperar de su existencia y cómo tenían que encauzarla.

Las posturas de la ensayista y filósofa francesa Hélène Cixous y de  la escritora y poeta puertorriqueña Rosario Ferré, se encaminan a mostrarnos las particulares maneras en que ha tenido lugar lo que desde  las teorías feministas llaman la alienación de la mujer. En este contexto, la alienación se refiere al condicionamiento y limitación que se ha impuesto a las mujeres, producto de las  construcciones culturales, sociales y económicas que nos asignan roles y comportamientos específicos, obedeciendo a lo que se supone es nuestra naturaleza femenina, la cual siempre está sujeta a una lógica que pone al varón como el centro del universo y a la mujer como ese otro que a su vez se convierte en un objeto que pierde dignidad y humanidad.

Esta realidad histórica la enfrentan Cixous y Ferré, sobreponiendo la rebeldía a través de su escritura.

¿Pero qué mujer está a salvo de la interrogación?

 En la La llegada a la escritura de Cixous encontramos dos ideas frecuentes: La ubicación de la mujer como parte de todo un sistema racionalista y patriarcal que la somete, al igual que la lengua y escritura como una forma que identifica lo femenino, además de ser un vehículo que permite romper con los paradigmas tradicionales.

Con relación al primer punto,  Cixous apela a un sistema universal del patriarcado como una forma de conocimiento cuando se refiere a que el lugar de la mujer en la sociedad siempre está ausente. La mujer genera una especie de rompimiento en sus propias circunstancias, pero de inmediato ese espacio es maniatado, silenciado u ocultado cuando se buscan referentes de identificación. La existencia misma de la mujer abre un espacio de duda que se relaciona con la sin razón, con una pregunta sobre el ser, con una interrogación constante que no cesa desde que la mujer quiere vivir y reconocerse en ese espacio en el que vive. En palabras de la autora:

«¿Pero qué mujer está a salvo de la interrogación? ¿No te preguntas acaso, también tú: quién soy, quién habré sido, por qué-yo, por qué-no-yo? ¿No tiemblas de incertidumbre? ¿No estás, como yo, pugnando sin cesar para no caer en la trampa? Lo cual significa que estás ya en la trampa, pues el miedo a dudar es ya la duda que temes- ¿Y por qué no me deja en paz la pregunta del por qué-soy? ¿Por qué me hace perder el equilibrio? ¿Qué relación tiene con mi ser-mujer?»

Tales interrogaciones mueven los cimientos de lo que se supone que es la vivencia de ser mujer; tales dudas sobre pensarse como mujer y carecer de significantes conducen a que la mujer no vive, pues ser mujer acarrea un miedo que necesariamente supone una negación de la vida. Por eso la autora también sostiene:

«A mi juicio, la escena social te fuerza a esa pregunta; la Historia te condena a ella; si quieres crecer, avanzar, ampliar tu alma, gozar hasta el infinito de tus cuerpos, de tus bienes, ¿dónde te pondrás? Eres tú, también judimujer, menuda, diminutiva, ratón entre el pueblo de los ratones, condenada a temer al enorme gato malo. A la diáspora de tus deseos; a los desiertos íntimos. Y si creces, tu desierto crece también. Si sales del agujero, el mundo te hace saber que no hay sitio entre sus layas para tu especie. -¿Por qué me has traído al mundo?, si en él no me encuentro.»

Al mejor estilo nietzscheano, la autora muestra cómo el desierto en el que habita la mujer se expande cada vez que quiere vivir, su existencia es aniquilada al instante cada vez que intenta abrir nuevos espacios de vivencia para mirarse a sí misma. Y, como sostiene más adelante, la mujer no tiene a quién hacerle esas preguntas, por lo que el miedo y la duda circulan incansablemente. Esto último incrementa cuando se piensa en otra de las referencias universales en la que se inscribe el patriarcado: la idea de Dios como hombre. Cuando se piensa en Dios como la idea del padre que nos asiste, que nos creó, pero con el que no guardamos, en tanto mujeres, ningún parecido, inmediatamente conlleva pensar en la carencia que significa ser lo otro-mujer, la comparación infinita entre lo que el hombre y la mujer como yoes sociales y culturales son.

En últimas, Cixous siempre está denunciando los lugares, dentro de la universalidad del patriarcado, que son inaccesibles para la mujer. En la siguiente cita vemos cómo se refiere a los hombres como dioses:

«¿Escribir? Gozar como gozan y hacen gozar los dioses que crearon los libros; los cuerpos de sangre y papel; sus letras de carne y lágrimas; que ponen al fin. Los dioses humanos, que no saben lo que han hecho. Lo que verlos, decirles, nos hacen.»

En las anteriores líneas, la autora también alude a otro espacio que por mucho tiempo fue inaccesible para las mujeres: Los libros. No hablan sobre la mujer ni se dirigen a la mujer, de tal modo que la escritura para la mujer ya es un espacio de transgresión, un espacio completamente nuevo para una existencia a la que se le ha negado todo.

En la misma obra, Cixous también sostiene:

«A mis tres años, Dios era un joven elegante y maternal cuya cabeza tal vez tocada con un sombrero de ceremonia se lanzaba entre las nubes, y cuyas delgadas piernas estaban enfundadas en un pantalón de raya impecable. No un atleta. Sino un hombre refinado, de torso impreciso y musculatura espiritual.»

Cabe aclarar que lo anterior no se trata de una comparación insulsa entre los privilegios de la mujer y los privilegios del hombre. Se trata de pensar a la mujer desde una naturaleza que se desprenda de aquella que le ha sido impuesta desde tiempos inmemoriales y, a su vez, de encontrar un pensamiento desde el límite que permita replantear las certezas inamovibles que se tienen sobre la experiencia de ser mujer.

El lenguaje y la escritura: Herramientas de la mujer rebelde

Hélène Cixous considera la lengua o el lenguaje como expresiones del ser y defiende su importancia a la hora de inscribir o cambiar realidades, por eso afirma “Pues creía al menos, si no en la verdad del ser, en un rigor, en una pureza del lenguaje. Si una palabra se ponía a mentir, quería decir que la maltrataban. Que la echaban a perder, al ponerla en una posición imbécil.”

Ese rigor en la pureza del lenguaje también se refiere a un acto de amor con respecto a éste, al texto y a la escritura. La pensadora argelina-francesa piensa en la lengua como un dominio que no le pertenece y eso incluye la posibilidad de entenderla de forma diferente en cada uso, por lo que, con ello, necesariamente, se abren nuevas significaciones de sentido.

“A ella, mi indomeñada, le debo el no haber tenido nunca con ninguna lengua una relación de dominio, de propiedad; el haber estado siempre en falta, en fraude; el haber querido siempre acercarme delicadamente a cada lengua, nunca mía, para lamerla, sorberla, adorar sus diferencias, respetar sus dones, sus talentos, sus movimientos. Sobre todo guardarla en la otra parte que la porta, dejar intacta su extrañeza, no traerla por aquí, no abandonarla a la violencia ciega de la traducción. Si no poseés una lengua puedes ser poseída por ella: Haz que la lengua te siga siendo extraña. Ámala como a tu prójima.”

Tal extrañeza hacia la lengua que se acaba de mencionar es lo que encierra el surgimiento de la escritura como materialización de ese sentir, sentir que también debe estar presente en lo que se escribe y que Cixous entiende como un ejercicio de amor y de crecimiento espiritual. Por medio de la escritura es que se puede transgredir y dejar huellas. De ahí que para la autora:

“La carne es la escritura, y la escritura no está leída jamás: está siempre aún por leer, por estudiar, por buscar, por inventar. Leer: escribir las diez mil páginas de cada página, traerlas a la luz, creced y multiplicaos y la página se multiplicará. Pero para eso, leer: hacerle el amor al texto. Es el mismo ejercicio espiritual.”

Imagen: Ann Hamilton

Para Cixous existe un lazo carnal entre el nombre y el cuerpo. Con ello sugiere que la relación con la letra es inevitable y que ésta se inscribe en el cuerpo, se puede leer y escribir en la carne. Es por ello, que utiliza la analogía de la mujer que da a luz.

“Parir del modo en que se nada, gozando de la resistencia de la carne, del mar, trabajo del soplo en el que se anula la noción de “dominio”, cuerpo a su propio cuerpo, la mujer se sigue, se une, se desposa. Está ahí. Entera. Movilizada, y es de su cuerpo que se trata, de la carne de su carne. ¡Por fin! Ella es esta vez, entre todas, de ella misma, y si se quiere así, no está ausente, no está fugándose, puede tomarse y darse ella misma”.

En los aspectos citados, vemos cómo la autora piensa desde el límite la experiencia de ser mujer en un contexto en el que la universalización de un sistema pensado por y para el hombre somete y coarta a la mujer desde su nacimiento. Tal ha sido su predominio que la mujer se desconoce y se debate entre la radicalización por hacer lo que se quiere y la autoanulación que como sujeto social y cultural supone salirse de lo establecido.

Bien podemos observar que los fragmentos filosóficos analizados de Cixous ponen en evidencia las luchas que encarna la experiencia femenina y cómo por medio de la escritura se consigue una subversión, liberación y rebeldía sobre la opresión de las estructuras machistas que mantienen a la mujer en la nulidad con respecto a la construcción identitaria y psíquica.

Dos arquetipos de mujer muy desacertados: La dama y la prostituta

En el cuento de Rosario Ferré, Cuando las mujeres quieren a los hombres, vemos la alternación entre dos formas de ser mujer: una mujer blanca, burguesa, fina y delicada que se dedica al hogar en todos los sentidos (Isabel Luberza) y la otra, la mujer negra, grande, prostituta que se sabe a sí misma como objeto de deseo (Isabel la Negra), ambas enfrentadas y alienadas doblemente: por la atención de Ambrosio y por la ambivalencia psíquica que supone para cada una ser como la otra.

Para la investigadora María Inés Lagos Pope en Ferré existe un doble juego:

“Las mujeres han internalizado los arquetipos hasta el punto que se han transformado en los agentes que los perpetúan, es decir, son ellas mismas las que permiten que continúe esa fragmentación y esa rigidez en los papeles que deben representar al aceptar los valores culturales como algo intrínseco de la naturaleza de la mujer. Estas, por lo tanto, serían víctimas de la organización social, que no les permite expresar ciertos aspectos de su personalidad ni desarrollar una variedad de talentos y habilidades.”

Este doble juego al que aduce Lagos Pope encara la crítica que realiza Ferré, pues manifiesta que los costos del patriarcado en la identidad femenina le quitan suelo a una forma de ser en la que las mujeres sean sujetos agentes. Gracias a la sujeción que mantiene al ser de la mujer sometido se afianzan los lazos de poder que culturalmente se ejercen en diferentes direcciones y que generan en la mujer condiciones de vida igualmente insoportables. Ferré analiza ambos personajes desde la cotidianidad misma y los clasifica conforme al lugar que les ha adjudicado la sociedad patriarcal desde la posición de forma de ser mujer que “vale la pena vivir”: “Sentada en el balcón de esta casa que ahora será de las dos, de Isabel Luberza y de Isabel la Negra, de esta casa que ahora pasará a convertirse en parte de una misma leyenda, la leyenda de la prostituta y de la dama de sociedad.”

Tal separación entre una forma de ser mujer y otra apela a los argumentos que menciona Lagos-Pope: “En Ferré el doble se transforma en el principio organizativo básico que articula la experiencia femenina al aludir, específicamente, a la división del mundo de la mujer en compartimentos estancos y al subrayar las restricciones que a esta le ha impuesto la sociedad patriarcal. Todo lo cual intensifica la falta de unidad del yo, creando una situación de alienación que se caracteriza por una división entre lo que se es y lo que se debe ser, entre la autenticidad y la conformidad con las convenciones sociales.”

Por otro lado, vemos que el costo psíquico de tal separación acarrea una carga que también se manifiesta en el texto cuando Isabel la Negra sostiene: “Esta confusión entre ella y ella, o entre ella y yo, o entre yo y yo.”

Lo anterior, aparte de  que también es una confusión a la hora de leer el texto, dado el grado de identificación que hay entre las protagonistas y la narración, refleja muy bien que ambas desean ser la otra, sentir como la otra, moverse, caminar y pensar como la otra, por lo que en este punto vemos que el amor de Ambrosio pasa a segundo plano y empieza el deseo en sí mismo de ser la otra. De ahí que Lagos-Pope sostenga lo siguiente:

«La interdependencia de las dos mujeres, que, aunque sin conocerse, se han pasado la vida alimentándose la una de la otra, muestra cómo las dos han vivido prisioneras de unas imágenes que ellas mismas se han creado, tanto de si como de la otra, que no les han permitido verse a si mismas. Al seguir el juego del hombre, las mujeres se han visto atrapadas en él, aun años después de la muerte del amante y esposo. En su alienación se han considerado como fragmentos incompletos de un todo que sólo existía en Ambrosio y a través de él.”

Como bien se menciona en la cita anterior ambas mujeres quedan atrapadas en una red que las mantiene sujetas y que impide, como es evidente a lo largo del cuento, que cada una forje y construya su propia identidad. Al querer identificarse primero con relación a Ambrosio y luego con relación a ellas mismas, entraron en una dinámica que las somete en contra de su propia y única mismidad. Con lo que queda completado el cuadro de sometimiento que ejerce el patriarcado en contra de la mujer y que deriva en una identidad fragmentada.

Rosario Ferré

En la frustración de sentirse incompletas estas mujeres no se piensan a sí mismas, se mueven en la duplicidad en la que las ha encasillado el patriarcado, por lo que el más alto grado de rebeldía en ese sentido, sería dejar de pensar en la otra y buscar la unicidad entre sus propios fragmentos sin interpretar esto como que una mujer no puede ser varias al mismo tiempo. El punto es que la identificación personal no debe depender de los pensamientos o idealizaciones sobre otra persona.

Luego de analizar los textos abordados puedo concluir que el acto de escribir y pensar la identidad femenina desde la escritura, en el caso de Cixous, y la exposición crítica de las categorías del patriarcado por medio de la literatura en el cuento de Ferré, permiten que el acto de escribir en sí mismo sea un acto de rebeldía: un acto de rebeldía porque se supone que las mujeres no escriben filosofía, porque las mujeres no escriben literatura, porque las mujeres no son leídas en igual medida y porque las mujeres no son iguales que el hombre y, en esa medida, se les trata de anular en todas las esferas posibles.

Dicho esto, ambas lecturas suponen herramientas para subvertir las estructuras de pensamiento y un camino para recomponer todo lo que se ha desdicho de las mujeres que, aún en pleno siglo XXI, no saben cómo ser mujeres, pues lo único preciso que ha legado la historia de la humanidad es cómo ser hombre.

Referencias bibliográficas

Cixous, H. (2006). La llegada a la escritura . Buenos Aires: Amorrortu.

Lagos-Pope, M. I. (1985). Sumisión y rebeldía: el doble o la representación de la alienación femenina en narraciones de Marta Brunet y Rosario Ferré. Revista Iberoamericana, 731-749.

Ferré, R. (1976). Cuando las mujeres quieren a los hombres. Papeles de Pandora.