Una locura
El nuevo milenio estremeció mi cuerpo, un ciclo de locura iniciaba: quería escribir. Escribir en un contexto plagado de rostros fantasmales, pálidos, famélicos, enfermos, que al leerme convulsionaban y gritaban, tatuándome el cuerpo, las entrañas, con indeseable, doloroso e infernal tatuaje blanco, y gritaban con odio y secreciones que salían de las comisuras de sus labios:
El hombre gris
A ti que te fueron dados los libros y la noche, Buenos Aires y Ginebra, Wilde y Hernández, la patria y la ironía, la espada y el bronce, el espejo y la sombra, el norte y el sur, el símbolo y la palabra...