Arte y Letras,  Poesía

Una locura

A mi madre con amor

 

El nuevo milenio estremeció mi cuerpo, un ciclo de locura iniciaba: quería escribir. Escribir en un contexto plagado de rostros fantasmales, pálidos, famélicos, enfermos, que al leerme convulsionaban y gritaban, tatuándome el cuerpo, las entrañas, con indeseable, doloroso e infernal tatuaje blanco, y gritaban con odio y secreciones que salían de las comisuras de sus labios:

«¡Champetuo! ¡Bandido! ¡Boleta! ¡Negro! ¡Mico! ¡Pobre! ¡Feo! ¡Atrasado! ¡Elefante! ¡Dinosaurio! ¡Tortuga! ¡Dragón! ¡Pisabarro! ¡Caballo! ¡Burro! ¡Mamaburra! ¡Malhablador! ¡Malescritor! ¡Bruto! ¡Corroncho! ¡pata’eperro! ¡Malvestido! ¡Marica! ¡Perro! ¡Prostituto! ¡Pajero! ¡Cachón! ¡Cacorro! ¡Regalado! ¡Mariposa! ¡Minero! ¡Albañil! ¡Panadero! ¡Zapatero! ¡Vendedor ambulante! ¡Cochero! ¡Tintero! ¡Pescador! ¡Coctelero! ¡Reciclador! ¡Recolector! ¡Mosco! ¡Rata! ¡Boxeador! ¡Futbolista! ¡Bailarín! ¡Mototaxista! ¡Taxista! ¡Electricista! ¡Costurero! ¡Carpintero! ¡Fracasado! ¡Charlatán! ¡Buenoparanada! ¡Flojo! ¡Vida chévere! ¡Niño! ¡Embustero! ¡Soldado! ¡Paramilitar! ¡Guerrillero! ¡Resentido! ¡Reprimido! ¡Asocial! ¡Mesero! ¡Lazarillo! ¡Mecánico! ¡Barrendero! ¡Plomero! ¡Jardinero! ¡Obrero! ¡Esclavo! ¡Obrero! ¡Obrero! ¡Loco! ¡Loco!»

Todo serás, jajaja, todo serás, menos escritor, jajaja jajaja, reían los rostros fantasmales, pálidos, famélicos, enfermos, con odio y secreciones que salían de las comisuras de sus labios

Jajaja jajaja, reían los rostros fantasmales, pálidos, famélicos, enfermos, con odio y secreciones que salían de las comisuras de sus labios, jajaja jajaja, reían. Los escritores son blancos, de pómulos rosados y delicados y piensan y sienten, jajaja jajaja. Sigue soñando. Los escritores fuman tabaco en pipa y beben vino en copas, jajaja jajaja.

«Cuerpos como el tuyo, me gritaban los rostros fantasmales, pálidos, famélicos, enfermos, con odio y secreciones que salían de las comisuras de sus labios. Cuerpos como el tuyo están destinados a trabajar al sol, a sufrir en carne viva, a ser carne de cañón, a ser maquinas silentes. Para eso está hecho tu cuerpo, gritaban, para obedecer, para decir sí sí señor señora, para callar. Así que olvídate de escribir, la escritura es para los que piensan, para los que tienen corazón y alma y espíritu. Y los negros como tú no piensan no sienten no tienen corazón ni alma ni espíritu. Y si son champetuos, menos. Ve, vuelve a tu corral de negros, vuelve, enciérrate, no hables, no sientas, shhhhh»

Mientras, yo, en medio de los gritos y los rostros fantasmales, pálidos, famélicos, enfermos. Yo, en medio de su odio y babas que salen de las comisuras de sus labios. Yo, en medio de su infierno blanco escucho las canciones de los poetas Pedro Blas Julio Romero, Mary Grueso Romero, Jorge Artel, Jenny de la Torre Córdoba, Manuel Zapata Olivella, Dayana Zapata Flores, Arnoldo Palacios y Candelario Obeso, tapo mis oídos con barro, borro el tatuaje indeseable, doloroso, infernal, con tierra mojada, cenizas, con los menjurjes y ungüentos, las oraciones a la Virgen negra Oyá de la Candelaria, lo borro con el amor y la berraquera de mi madre y la madre de mi madre y la madre de mi padre y la madre de la madre de la madre de la madre de la madre. Luego, unto carbón, aceite y colores de tierras en mi cuerpo, en mi nariz chata, en mi pelo rucho, en mis pómulos de boxeador, en mi boca ancha, en mis dientes grandes. Unto carbón, aceite y colores de tierras en mis 1.70 de estatura, en mi cuerpo y entrañas de atleta y sonrío y danzo y danzo.  Unto mi cuerpo y mis entrañas de negro de champetuo de resistencia de rebeldía de África de Caribe. Unto mi cuerpo y mis entrañas que se niegan a ser anuladas, a ser invisibilizadas. Y sí, yo escribo.

 

*Agradecemos al blog Fanzines desde la Interzonax por facilitarnos la publicación de este poema

 

Imagen destacada: vhlblog.vistahigherlearning.com