Economía y Política

Antanas Mockus: «Matar a alguien es interrumpir una obra valiosa»

La asignatura más pendiente de Colombia es NO MATAR.

Por obvia que suene, la afirmación es de una necesidad aplastante. También es la finalidad máxima que lidera el profesor y político Antanas Mockus Sivickas (Bogotá, 1952) mediante la ‘Marcha por la Vida’ que se realizará el 8 de marzo (2015) en Cartagena, Colombia y varias ciudades del mundo.

Matemático, filósofo, Doctor Honoris Causa de la Universidad de París VIII y de la Universidad Nacional de Colombia, exalcalde y poco le faltó para ser presidente de la República.

En Mockus se confirma la premisa de que las personas más inteligentes son también las más sencillas. No necesita de ninguna postura. Tampoco se las da de bueno ni de sabio. Sus convicciones surgen de la lógica moral y de un fuerte sentido común.

Por eso es tan interesante para un periodista entrevistar a una persona que escoge cuidadosamente sus palabras, que toma su tiempo para estructurar su discurso y  explicar conceptos de cultura ciudadana, que, a simple vista, pueden parecer obvios, pero se sostienen en un trasfondo académico e ideológico tan riguroso como metódico.

– Usted dice que en Colombia las leyes van para un lado y la cultura va hacia otro…

-Los colombianos creemos muchísimo en las leyes. Pero cuando ya la ley nos toca, solemos usar justificaciones para no aceptar la sanción. Es decir, creemos que las leyes son buenas, pero no que se le asignen a uno. Otro aspecto es que culturalmente hay aprobación de comportamientos ilegales. La gente conserva una actitud de justificar las ilegalidades, por razones morales o por normas sociales.


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Antanas explica que las normas sociales son esos lineamientos que van en paralelo a las leyes que se plasman en una constitución.

Se diferencia porque “la norma social provoca rechazo social y vergüenza en quien la incumple”. Dicho de otro modo: son aquellas normas que necesitan las sociedades complejas para aliviar la presión del aparato judicial.

En el país la ilegalidad no es sólo legal, “en Colombia también hay ilegalidad moral”.

Es decir: “la gente que debería sentir culpa, no la siente”. Como sociedad, «no logramos hacerle sentir culpa ni vergüenza a casi nadie, y es por ello que tantos se instalan con tanta facilidad en el delito». Quizá por eso también es que existen seres abominables que se atreven a matar a cuatro niños por 500 mil pesos.

Marcha a favor, no en contra

La marcha se está pensando desde finales del año pasado (2014). “Esta es una marcha a favor, no en contra. A favor de la vida. Queremos que todo el mundo, independientemente de su color político, de su tradición religiosa y de su nivel educativo, defienda el derecho a la vida. Que todo el mundo entienda que matar a alguien es interrumpir una obra valiosa en el sentido que mientras uno esté vivo siempre puede hablar, se puede desahogar, puede hacer muchas cosas que obviamente no se pueden hacer una vez está muerto”.

Los homicidas afectan a un grupo muchísimo más amplio que el que se afecta con las muertes naturales o por enfermedad. “Aunque también son muy dolorosas”.

Mockus, alcalde de Bogotá en los periodos de 1995 a 1997 y de 2001 a 2003, redujo la tasa de homicidios de la ciudad en un 40%, además de incrementar las inversiones en educación, salud e infraestructura.

“Cuando se mata deliberadamente a un ser humano se están transgrediendo unas normas básicas y se le debe castigar en el tema de reglas de toda la colectividad. O sea: el que mata agrede el orden social en su conjunto”.

El experto en cultura ciudadana ha dicho que “en cierto sentido, cuando se habla de subversivo, el más subversivo de todos es el que mata independientemente de su color político, filosofía o ideología”.

Lo que se pretende entonces es “sacar del repertorio de un ciudadano la posibilidad de matar”, y que los que lo hagan sientan “de mil maneras” culpa y vergüenza. El planteamiento es sencillo: adorar y respetar la vida.

-¿Qué factores históricos cree que hicieron esta sociedad tan violenta en la que nos ha tocado vivir?

-Una de las características de Colombia es que es muy religiosa. Por lo menos, de dientes para afuera. Hubo muy poca secularización (paso de algo o alguien de una esfera religiosa a una civil o no teológica). Los liberales y la llamada violencia con ‘V’ mayúscula intentaron secularizar el país, separar la educación de la religión, producir cosas como el divorcio y digamos que los conservadores se opusieron. Luego vino el Frente Nacional. Se podría decir que el país esquivó la secularización o digamos que hubo secularización en un trasfondo supremamente conservador. Nuestro país está entre los 5 países más religiosos, más tradicionalistas y más nacionalistas. Se combinan esas variables para definir un indicador de tradicionalismo. Colombia está al pie de El Salvador y México.

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Aunque no es el único factor, de ahí se desprende, en buena parte, que el país sea menos tolerante en cuanto a movimientos homosexuales, feministas y ambientalistas.

“Todos esos son roles contrarios a lo que es Colombia”. Es decir: “Colombia escogió más religión y menos política. La política es muy mal vista, es algo casi pecaminoso y seguro se justifica en que debajo hay deshonestidad, pero al mismo tiempo si usted no se interesa en política, terminarán haciendo la política, tal vez, los peores. Es importante participar”.

Democracia y cultura del atajo

Todo se decanta en el respeto a la vida como algo sublime. Como es natural, también la democracia se deteriora cuando no se respeta.

“La democracia crea condiciones para que sea posible tratar temas, siempre respetando al otro. Si no hay respeto a la vida, la discusión política pierde todo sentido, porque termina uno diciendo lo que el temor le dice. Todo ser humano, en algunos contextos, es capaz de discutir de manera objetiva, utilizando sólo la fuerza de los argumentos.

Lo que hace un demócrata es interesarse en las razones del otro y defender sus razones propias. Pero al final van a cambiar, posiblemente, de posición por los argumentos”.

Antanas Mockus, de ascendencia lituana, sigue alertando sobre los perjuicios que causa lo que ha llamado ‘Cultura del Atajo’, cuya definición más simple es la idea maquiavélica y nociva de que “el fin justifica los medios”.

“En la cultura del atajo lo más importante es el resultado a corto plazo, sin tener en consideración las consecuencias de las decisiones a corto plazo para los demás y para muchos actores sociales”.

En definitiva, Colombia, además de encontrar un sentido inquebrantable de respeto por el milagro de la vida, necesita una auto transformación de su cultura, puesto que hay problemas que no se van a solucionar con legislación ni con mejores índices económicos. Hay que dejar que la educación “nos atraviese el alma” y cumplir con los acuerdos que se establecen. Es una tarea en pausa ser más productivos e innovar tecnológicamente en lugar de buscar acuerdos tramposos.

Antanas Mokus invitando a “salir a la calle”, el 8 de marzo de 2015 para demostrar el respeto por la vida del otro.
Artículo publicado originalmente en 22 de febrero de 2015 en el diario El Universal. Fotografías: Colprensa y Twitter.