Textos de autor

El miedo, un poco de teatro y Poncia, la mujer de acento lejano

Escrito por Eduardo Viladés

—Mira bonita, deja de hacer chorradas y actúa.

—Pero Pilar, ¿qué me estás contando?

—No vayas de psicóloga ni de Rappel, simplemente quiero que seas actriz, pero de verdad. Mi guión es muy claro, no le saques tres pies al gato ni me vengas con esas mierdas de descomposición del actor.

—Pero mi cuerpo me dice que…

—Tu cuerpo mide 1,68 y pesa 65 kilos, punto. Insisto, si empiezas con que tu cuerpo tiene que hablar con el personaje y establecer un flujo de comunicación extrasensorial me busco a otra, lee lo que pone e interpreta, sin gilipolleces y sin miedo. Yo soy muy clara escribiendo. Si quiero que llores, llora. Un llanto normal. Si deseo que ese llanto tenga connotaciones freudianas, te lo diré, pero no vayas de divina.

Recuerdo que José Luis Olaizola, el productor, me miró de hito en hito, escandalizado por lo que Pilar acababa de decir a una joven Aitana que bebía del método Stanislavski, que se basa en la idea de que un actor debe crear un personaje creíble mediante la comprensión de la psicología del personaje, la conexión emocional con su rol y la creación de un contexto realista para la interpretación. Síntesis: basura intelectual. Justo lo que le dijo Pilar y que Aitana, años después y en varios documentales, acepta totalmente. Me quedé acojonada, pero tenía razón, ha declarado más adelante.

Han pasado muchos años desde ese convulso 1993 y el estreno de El pájaro de la felicidad. Y el miedo sigue campando a sus anchas; de hecho, se ha magnificado. En la sociedad en general, en política, en el colegio, en la calle, en la cola del supermercado, en las artes. En las artes…

Afortunadamente, quedan textos en los que el miedo, a pesar de ser el protagonista, acaba siendo derrotado por el ingenio y la voluntad de vivir, como esta Poncia que Luis Luque trae al Bretón de Logroño con una inmensa Lolita en el personaje de esta criada díscola y sabia de La casa de Bernarda Alba. Gracias a obras como ésta me reconcilio con mi trabajo de creador y tengo menos miedo a que me tengan miedo. Al revés, que se jodan. A decir verdad, siempre me ha entusiasmado el carácter épico de la farándula.

Fui a ver Poncia hace unos días y precisamente la mañana siguiente (puede que la anterior, a mi edad la memoria empieza a fallarme) me contacta una productora teatral de Navarra, mi segunda tierra. Es decir, que no me pueden dar gato por liebre en lo que se refiere al carácter e idiosincrasia de un lugar que también considero mío. Tras los mensajes de rigor, tan típicos de las artes escénicas, en los que me dicen que soy un icono del sector teatral español y que conmigo se rompió el molde de la dramaturgia contemporánea, me hablan de un proyecto sin pies ni cabeza. Da la sensación de que improvisan sobre la marcha, hasta siento que me están evaluando. Que si teatro largo, después corto, después micro, en Navarra, sólo en Pamplona, puede que de gira en Soria, que no está lejos, posibilidad de estreno en Auckland, el Max a la vista. Yo, que al ser un referente gano millones y sólo estreno con Pentación tras cenar con Jesús Cimaro en el Ritz, les mando un texto multipremiado (eso es verdad) de un conflicto madre-hija y una comedia negra en la que salen las palabras puta, guarra, prostituta y se acaba matando al personaje femenino, una mujer desagradable y gorda hasta decir basta. La mata un gay narcisista y psicópata que se regodea en el dolor ajeno y que insulta a la audiencia.

Amigas, todas juntas, alcemos las manos y cantemos, Hosanna en el cielo, y entonemos nuestro himno.

Illinois, años 50, Instituto Harvard versus Instituto Roosevelt, oh yeah!

Dame una M.
Dame una I.
Dame una E.
Dame una D.
Dame una O.

Miedo: Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. ‖ 2. Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.  ‖ 3. El grande o excesivo. ‖ 4. El que, anulando las facultades de decisión y raciocinio, impulsa a una persona a cometer un hecho delictivo.

Fear, paura, furcht, peur, beldurra (miedo en euskera, para que no vayáis a Wikipedia como posesos). La productora, por decir algo, porque no está constituida ni como empresa ni como nada que se le parezca, me dice que llevar un texto así a los pueblos de Navarra es muy arriesgado porque la gente se puede sentir amenazada. Hiroshima, Little Boy, recibido, lancen la bomba, copy. Me comenta que si me parecería bien que mi texto, la comedia negra, fuese revisado por ellos. Antes, para curarse en salud, me dice que les parece correcto. Correcto. Tócame los cojones. Qué adjetivo más desabrido para decir que les ha parecido escandalosamente malo. En cuanto a la obra que aborda el conflicto madre-hijo, se limitan a decirme que la actriz no entiende algunos pasajes. Tiene 21. ¿Qué esperan? No escribo para que mis personajes los lleven a escena prepúberes sin madurez ni bagaje vital.

Ya me he desahogado. Poncia, Poncia… En una situación tensa todos pensamos que aparecerá un héroe en el último momento que nos salvará, miramos a la puerta de entrada, esperamos oír el timbre, el sonido telefónico, alguien chillando desde la calle. Puede que sea fruto del cine y la televisión, la víctima suele quedarse paralizada instantes antes de ser asesinada o golpeada, en ese momento aparece el héroe que la salva y después los títulos de crédito y la publicidad. La vida va mucho más allá de una película, no hay propaganda, ni héroes, la víctima es degollada por el verdugo o por ella misma la mayor parte de las veces, sin carta de ajuste, anuncios ni policías echando la puerta abajo. Esto subyace tras la Poncia de Luis Luque. No hay héroes de última hora, al revés, habla a los muertos sin posibilidad de redención, y lo hace con voz de trueno bíblico, abordando temas como la culpa, la libertad, la educación, la España abandonada y rural, esa España vaciada que sigue existiendo y que continúa ignorándose. Voces calladas, voces exánimes. Lolita, que rescata su brillo años después de protagonizar La plaza del diamante, de Mercè Rodoreda, quiere ser feliz sólo para molestar. Es como una hoja del final del otoño, muerta en el árbol antes de que el viento la arranque, pero aún pegada al tallo. Saberse muerta en vida le ha dotado de una libertad arrolladora y mira con cierto aire de superioridad, no de narcisismo, todo lo que le rodea. No tiene nada que perder. Con una escenografía sencilla pero eficaz, a base de telas que cuelgan desde el techo y que van cambiando de color a tenor de los sentimientos de Poncia, Luis Luque logra que el espectador se meta de lleno en una historia de lucha y supervivencia, una historia que recrea la languidez de las sábanas colgadas de la memoria y la lucha de la mujer por recuperar su espacio público, el que le pertenece por derecho, a través de una Poncia que se erige como la fémina de acento lejano que todos queremos ayudar a pesar de que muramos en el intento.

                       Cortesía imagen: auditoricornella.com

Escritor, dramaturgo, director de escena y periodista con más de 25 años de carrera, referente de la cultura española contemporánea. Ganador de prestigiosos premios internacionales de teatro y literatura, Eduardo Viladés cultiva el teatro largo, de medio formato y de corta duración, así como la narrativa. Ha publicado dos novelas y prepara la tercera. Sus obras teatrales se representan en varias ciudades españolas, México, Colombia, Perú, República Dominicana y Estados Unidos. Elegido dramaturgo del año 2019 en República Dominicana y en 2020 en La Rioja a través del Instituto de Estudios Riojanos. Colabora asiduamente con sus ensayos, relatos y obras de narrativa con las editoriales Odisea cultural (Madrid), Canibaal (Valencia, España), Extrañas noches (Buenos Aires), Microscopías (Buenos Aires), Lado (Berlín), Otras Inquisiciones (Hannover), Primera página (México), Gibralfaro (Málaga), Windumanoth (Madrid), Amanece Metrópolis (Madrid) y Viceversa (Nueva York). Compagina su labor como dramaturgo y director de escena con el periodismo, área en la que cuenta con más de dos décadas de trayectoria profesional en diversos países del mundo como reportero, editor y presentador de TV. Ha vivido en Reino Unido, Italia, Bélgica y Francia. Hoy en día trabaja también para la revista Actuantes, la principal publicación española de teatro, lo que le permite combinar el periodismo con las artes escénicas. También es experto en periodismo cultural y documentales de sensibilización social, un artista polifacético.