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Migraciones digitales: las redes sociales devoran los mercados

Youtube, Twitch, Facebook, TikTok, Kwai, Instagram, son las plataformas más notables —al menos en Occidente— respecto del fenómeno de la producción de contenidos. Desde ese ángulo, las empresas de tecnología empezaron a comprender que acababan de encontrar un producto que se comercializaba y generaba ganancias. Sin embargo, las academias de comunicación social no comprendieron a tiempo el lugar que alcanzaría el streaming como herramienta y como industria. Quizás aún no logran descífrarlo.

La academia no ha sido la única en malinterpretar esta realidad, pues así mismo es justo decir que los profesionales de la comunicación tampoco lo comprendieron; la mayor prueba de que no lo han comprendido se encuentra en que las astronómicas cifras, que circulan en este sector de la industria naranja, se dirigen a los bolsillos de los streamers y no a los bolsillos de los estudiantes de comunicación, ni de los periodistas o los medios de comunicación de trayectoria o mainstream.

En 2016 la Feria del Libro de Bogotá introdujo la presencia de Youtubers como invitados a sus eventos, algunos de ellos presentaron publicaciones y compartieron sus experiencias con el público. La llegada de estas figuras fue un éxito. Atrajeron a centenares de seguidores y generaron ventas; la radio, la prensa y la televisión hicieron cobertura de este suceso, pero lo valoraron como algo pasajero, asumieron que era una moda entre los jóvenes y pensaron que algún día pasaría.

Han transcurrido seis años, y los streamers no pasaron de moda, al contrario Silicon Valley sostiene una lucha progresiva por cada dólar que puedan ingresar a sus cuentas bancarias gracias a la multiplicación de los videos.

Las cifras

Según DemandSage.com la plataforma de Twitch cuenta con 31 millones de usuarios activos cada día; al mismo tiempo ocupa el lugar número 44 de páginas webs más visitadas a nivel global. Según datos de Similarwebs.com, los usuarios permanecen en la página un promedio de 8 minutos.

YouTube se ubica como la segunda web más usada a nivel global, con mas de 2 mil millones de usuarios, quienes permanecen conectados un promedio de 21 minutos. Mientras que el 80% de usuarios de Twitch son hombres, en Youtube las cifras son un poco más equilibradas, 41% de usuarios femeninos y 59% masculinos.

TikTok cuenta con una audiencia promedio de 1800 millones, un público que consume más de tres minutos en promedio; ocupa el puesto número 14 en páginas visitadas a nivel global, y los hombres siguen siendo el público más grande, con 61%. Estas tres plataformas demuestran que hay un verdadero mercado, uno nada despreciable.

La noticia en enero del 2021, en España, fueron los números de la audiencia que miraba la despedida del 2020; la nota curiosa estuvo en que el generador de contenido conocido como Ibai tuvo 552.345 espectadores frente a los 269.000 de la cadena de Mediaset.

¿Cuándo fallaron la academia, la radio, la prensa y la televisión?

En primer lugar, las universidades introdujeron las cátedras de nuevas tecnología en los planes de estudios de las carreras de comunicación social y periodismo. No obstante, asumieron que el internet y las redes sociales iban a cumplir un papel secundario, y se difundió la hipótesis de que las redes sociales redireccionarían a los receptores hacia los medios tradicionales, es decir, las redes sociales tendrían la labor de atraer al público y nada más.

Mientras los profesionales y los estudiantes asumíamos que las redes sociales servirían para visibilizar a los medios ya establecidos, otros jóvenes —sin ninguna preparación, y sin paradigmas de las teorías de la comunicación—, encendían una cámara o un teléfono móvil y se dirigían al público de las redes sociales con sus propios libretos o sin ellos. El resultado es conocido: los generadores de contenido crearon un sistema de comunidades en donde se expresan, se crea, se comparte, se opina y se reacciona ante temas que de una forma u otra les genera interés.

Una de las virtudes que ha sostenido a los generadores de contenidos, en las diferentes plataformas, es el rigor y la responsabilidad con que han asumido este trabajo; algunos provienen de carreras afines a la comunicación, y aunque otros no tengan estudios afines a esta área, se esfuerzan para entregar un buen producto final a su audiencia.

Otro de los factores por los que las plataformas de video han crecido se debe a la utilida. Dicho de otro modo, a la capacidad de ofrecer una larga lista de temas de interés como: la salud, técnicas de reparación o de creación, deporte en casa, culinaria, leyes, psicología, economía, religión, o asesoramiento sentimental.

Cabe señalar el valor de la exposición que estas ofrecen: Justin Bieber fue una de las primeras figuras mundiales reconocidas por su exposición en YouTube, cuando aún era un niño.

Las posibilidades ofrecidas por las pantallas de las redes sociales no se deben subestimar nuevamente.

Migración

Factores externos, económicos y personales han causado que algunos periodistas de amplio recorrido en medios como la radio, la prensa y la televisión, hayan empezado a tantear y desarrollar sus contenidos y carreras en las plataformas de streaming, apoyándose en el prestigio y la fidelidad de su audiencia. El periodista deportivo Cesar Augusto Londoño abrió su propio canal en Youtube en abril del 2021 después de su salida de Win Sports. Martín Liberman también emigró a esta red en abril del 2021, luego de que ESPN incorporara a Fox Sports y redujera las producciones de formatos televisivos.

Tras un año y cinco meses, Londoño cuenta con más de 51 mil seguidores en esta plataforma, mientras que Liberman cuenta con más de 296 mil seguidores. Podrían enunciarse cualquier cantidad de ejemplos de esta migración en la que otras industrias han empezado a comprender que las plataformas de video son un mercado sólido.

La Liga española de fútbol fue de las primera competiciones en unirse a Twitch, consiguiendo la cifra de más de tres millones de visualizaciones durante las primeras cuatro fechas de la temporada 2020/2021. Siguiendo el mismo ejemplo, ESPN Brasil anunció que un streamer de Twitch llevaría los play-offs de la NBA, el baloncesto más importante del mundo en 2021 a un público cercano a los 3 millones de seguidores, una audiencia potencial nada despreciable.

¿Qué esperar a futuro?

No es demasiado tarde para los profesionales de la comunicación, mucho menos para los estudiantes de periodismo. Las inversiones de Silicon Valley y China demuestran que este sector tiene una proyección positiva a largo plazo. La cifra que respalda la importancia de las redes sociales, como negocio y como oportunidades profesionales para los comunicadores sociales, es la adquisición de Twitter por parte de Elon Musk, por 44 mil millones de dólares.

En otras palabras, Elon Musk, Jeff Bezos —presidente de Amazon, y quien adquirió Twitch— entre otros empresarios, no arrojan su dinero a la basura, y en cambio proyectan mayores crecimientos económicos para sus compañías al invertir en las redes sociales como producto.

Las redes sociales son objeto de estudio, las universidades las analizan como fenómenos multiculturales. Sin embargo, no deben subestimarse, deben tratarse como una industria por sí misma. Los comunicadores sociales no deben volver a abordar el internet y sus plataformas como simples complementos del cine, la radio, la prensa o la televisión. Por el contrario, deben competir con aquellos talentosos empíricos que monetizan y se sostienen a sí mismos a través de la generación de contenidos audiovisuales.

Twitter es una red social que ha intentado con distintas plataformas y formatos. Desecharon la idea de incorporar trinos de audio, en lugar de palabras. Pero la herramienta de sesiones conjuntas o Encuentros de diferentes usuarios sí han sido un complemento muy aprovechado por distintas comunidades y asociaciones. La capacidad de convocar de Twitter le otorga un potencial para generar contenido profesional —diferentes a redireccionar usuarios—, susceptible de generar ingresos económicos. Los Encuentros tienen el potencial de igualar a la radio en vivo, y sin ninguna duda puede atraer anunciantes locales o de nicho, en favor del comunicador social o del influencer que cautive una audiencia determinada.

No es sólo conveniente sino necesario que los comunicadores sociales en formación desarrollen habilidades de preproducción, producción y postproducción de contenidos audiovisuales, dentro de sus asignaturas académicas, sumadas a las ya tradicionales cátedras de escritura, fotografía, expresión oral y manejo de videocámaras. Es tiempo de comprender que las redes sociales no son complementos, son una industria en sí misma.

 

Fotografía: Fool.com.