Don Alvio, Caballero de El Cid; un cuento de Jaime Arturo Martínez
Todos conocemos las tribulaciones sufridas por los restos mortales del Campeador, a quien finalmente sepultaron junto a su esposa en la catedral de Burgos. Mas no se conoce la suerte del cuerpo de Don Alvio.
Cuadrúpedo amor, un cuento de Ana María Ortega
Por primera vez, domada por el placer, entre los dedos cursados del finquero, Martha conoció la delicia. Probó el deleite y se sació de la esperanza que da el amor correspondido, entregándose a diario, sin oposición y sin reservas.
Las dos caras de la moneda, un cuento de Jaime Arturo Martínez
Su afición era la lectura de poesía y a sus manos llegó un ejemplar del poemario Les deux côtes de la pièce de monnaie, celebrado por la crítica francesa por su atildado y exquisito estilo clásico, de la autoría de Signoret.
En la lista de espera, un cuento de Ernesto Taborda Herrera
A su cerebro llegó un mensaje desde aquel planeta azul que tanto admiraba, pero que poco a poco estaba poniéndose rojo, a tres millones de años luz y en el cual tenía algunos amigos.
24 disparos, un cuento de Laura Barragán Arteaga
Quise abrazarlo, quise estar allí, no como la niña que tiene que cuidar, sino como la mujer de treinta años que ahora soy y que abraza a un niño con la añoranza de ese hijo que nunca va a poder tener.
Ruptura, un cuento de Rubén Darío Álvarez
El cielo estaba oscureciendo cuando mis ojos observaron fijamente la espalda, el caminar, las piernas y el cabello ondulante de la mujer que había desgastado buena parte de su vida tratando de ser la mejor esposa del mundo.
Coincidencialmente, Marina; un cuento de Ana María Ortega
La memoria es un demonio necio que todos llevamos por dentro. Ella había llegado de polizona en un barco que venía de España, a donde también se había ido embarcada a escondidas, a probar suerte, con su espíritu soñador a cuestas y una estampita del Divino Niño que cargaba en su cuello y que me sirvió para identificarla como compatriota
Obsesión, un cuento de Giovanna Robinson
“Tienes unas piernas hermosas”, me dijo mirándome con lascivia. Volteé sorprendida notando que era un tipo alto y fornido, con unos ojos marrones extraños, pero fascinantes. También recuerdo su mano izquierda rozando su sexo.
El juego y la guerra, un cuento de Wilson Morales Gutiérrez
Las risas de los dos hermanos retumbaban en la pendiente pastosa. A sólo unos pasos, un sembradío de maíz danzaba, y las ondulaciones de las espigas parecían aplaudir el juego de los infantes, de escasos seis y ocho años.
Mejor así, un cuento de Rubén Darío Álvarez
Dentro de dos meses cumpliré cincuenta años. Todavía no los tengo, pero desde que comenzó enero empecé a sentirme como si ya los tuviera, como si un manto de trascendentalismo me cubriera lentamente desde la cabeza hasta los pies. Podrá sonar muy obvio, pero me presiento más adulta, más experimentada, más sustancial, más serena.