Textos de autor

Miércoles que parecen jueves, un ataque de conmiseración sin salida

Escrito por Eduardo Viladés

Puede que haya cientos de ahí fuera flotando como motas de polvo en suspensión. La versión que ve todo el mundo es la más triste, aunque en algún lugar lo estoy pasando bien. Sé que mi familia traspasa esa imagen abstrusa y alcanza a tocar y entender mi espíritu. Mis padres y mi hermano. Por ellos escribo, porque busco ese sitio en el que, según las leyes científicas, soy feliz. ¿Qué puedo hacer, por lo tanto, para que alguien, más allá de mi núcleo familiar, disfrute de ese yo alegre que levita por el inframundo? Emplear la imaginación, mi mejor aliada. A menudo pienso que vivo metido en una burbuja de cristal sin enterarme de lo que sucede a un palmo de mis narices. Es el arrobamiento máximo, el precio que se paga por sonreír. Si no me creo mis propias fantasías y doy por válidos mis espejismos difícilmente puedo hacer creíbles mis historias. Inventándome una doble vida consigo que mi yo real y el imaginario converjan, que esas motas de polvo se posen en el suelo. Mi familia es mi musa, quien me da fuerzas para crear con sus acotaciones y glosas al margen, quien genera el armazón del texto. Soy consciente de que es puro teatro, una fábula hecha a mi disposición, pero la vida, al fin y al cabo, es un gran escenario y yo me niego a ser un actor de segunda. ¿Quién me acompaña?

Junto a la actriz catalana afincada en Madrid Elena Sans disfruto de la nueva obra teatral de Juan José Millás, Miércoles que parecen jueves. Sábado, siete de la tarde, Teatro Enrique San Francisco de Madrid. Entradas agotadas. No me gusta cómo comienza ni el precipitado final, pero el desarrollo de la trama y la soberbia interpretación de Clara Sanchís son para quitarse el sombrero. Millás opta por un narcisismo intelectual y decadente que se vanagloria de los defectos en vez de las virtudes. Este desconcertante egocentrismo de autor (Millás aparece en una pantalla gigante de televisión en más de tres ocasiones, recurso que personalmente me desagradó) se encarga de repetirlo varias veces el personaje de su alter ego, interpretado por Sanchís.

Hay quien ha dicho que esta obra va más allá de un monólogo porque Sanchís increpa directamente al espectador, se mezcla con él. Discrepo. En todo buen monólogo tiene que existir una afrenta con la audiencia, chillarla, vilipendiarla, romper la cuarta pared. Si no, estamos ante una conferencia, nada que ver con el teatro. Otra cosa es decir que Miércoles que parecen jueves es un monólogo ágil, beligerante, vivo.

Juan José Millás (Valencia, 31 de enero de 1946), escritor y periodista español. Fotografía – Cortesía: Flickr.

Tanto a Sans como a mí nos sorprende una frase que se repite muchas veces: Lo importante no es lo que ocurre sino lo que nos ocurre, lo que ocurre es una mierda, porque la vida es una porquería, pero lo que nos ocurre puede ser maravilloso. Entronca esta idea con los temas fundamentales de la literatura de Millás, la muerte, la cordura y la locura, la fantasía y la realidad.

Sus reflexiones han sido llevadas a escena en otras ocasiones, la primera en 1993 con el monólogo Ella imagina interpretado por Magüi Mira y unos años más tarde con La lengua madre

Dirigida por Mario Gas, en esta obra nos encontramos en un instituto de secundaria en el que el escritor y periodista Juan José Millás va a dar una conferencia dirigida a la asociación de padres de alumnos. Sin embargo, quien aparece en el estrado, pistola en mano, no es el Millás que todos conocemos, sino otra persona que dice ser el escritor, una loca sublime con personalidad múltiple interpretada por Clara Sanchís.

En Miércoles que parecen jueves, se desmenuzan algunas de las obsesiones del autor valenciano, como la multitud de identidades que tiene una persona o la frontera entre lo real y lo irreal. Es más importante lo irreal. Parafraseando a Millás, somos el resultado de nuestros deseos y de aquello que hemos querido ser y no hemos sido.

Disfruto mucho porque, como Millás, parte de mi imaginario narrativo y teatral se basa en los yoes que habitan en mi interior y en el empleo de la imaginación para subsistir, como he escrito en la introducción de este ensayo.

Dicen que el arte reproduce lo invisible. Que el arte es el placer de un espíritu que penetra en la naturaleza y descubre que también ésta tiene alma. Dicen también que sólo hay una cosa valiosa en el arte: las cosas que no se pueden explicar. Y ahí aparece la locura y la perturbación. Porque la locura, a veces, no es otra cosa que la razón presentada bajo diferente forma. Quizá sea la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca. ¿No eran los sabios quienes recorrían los caminos que hacían los locos? ¿Qué opinas, Juan José?

Con una dirección sobria, la pieza arremete también contra la abulia de los jóvenes, quienes identifican tener una fuerte personalidad con hacer constantemente cosas fuera de lo normal. De la generación más iletrada y distraída de la historia poco se puede sacar. La literatura es confrontación y tensión. El poder intenta colonizar nuestra imaginación, hay que descolonizarla, lo terrible es que la franja de edad inferior a 40 años disfruta con eso, ha institucionalizado la incultura como su nueva cultura. No hay esperanza, el alter ego de Millás muere en escena. O puede que la haya, es posible que la muerte abra la puerta a la fantasía y, con denuedo, resucite convertida en realidad, en una verdad que haya desestimado su contenido espurio. Ahí es donde cabrillea el talento de Millás, donde las dudas dejan de asaetearnos y nos tranquilizan. Gran ovación, público en pie, volvemos a nuestros yoes de mierda. La obra, que engloba mucho de la existencia de Millás, puede verse hasta el 27 de noviembre en el Teatro Quique San Francisco de la capital.

                            Imagen principal: entradas.com

Escritor, dramaturgo, director de escena y periodista con más de 25 años de carrera, referente de la cultura española contemporánea. Ganador de prestigiosos premios internacionales de teatro y literatura, Eduardo Viladés cultiva el teatro largo, de medio formato y de corta duración, así como la narrativa. Ha publicado dos novelas y prepara la tercera. Sus obras teatrales se representan en varias ciudades españolas, México, Colombia, Perú, República Dominicana y Estados Unidos. Elegido dramaturgo del año 2019 en República Dominicana y en 2020 en La Rioja a través del Instituto de Estudios Riojanos. Colabora asiduamente con sus ensayos, relatos y obras de narrativa con las editoriales Odisea cultural (Madrid), Canibaal (Valencia, España), Extrañas noches (Buenos Aires), Microscopías (Buenos Aires), Lado (Berlín), Otras Inquisiciones (Hannover), Primera página (México), Gibralfaro (Málaga), Windumanoth (Madrid), Amanece Metrópolis (Madrid) y Viceversa (Nueva York). Compagina su labor como dramaturgo y director de escena con el periodismo, área en la que cuenta con más de dos décadas de trayectoria profesional en diversos países del mundo como reportero, editor y presentador de TV. Ha vivido en Reino Unido, Italia, Bélgica y Francia. Hoy en día trabaja también para la revista Actuantes, la principal publicación española de teatro, lo que le permite combinar el periodismo con las artes escénicas. También es experto en periodismo cultural y documentales de sensibilización social, un artista polifacético.