La máscara de la muerte roja, un cuento de Edgar Allan Poe
La «Muerte Roja » había devastado el país durante largo tiempo. Jamás una peste había sido tan fatal y tan espantosa. La sangre era encarnación y su sello: el rojo y el horror de la sangre.
El Ángel de Flor, un cuento de Indira Ariza Pérez
Los sueños y los presagios. Matrimonio, fiesta y manos frías. Soñar con estos temas dicen que significa la muerte de un ser querido.
Mi libro, un cuento de Sebastián Grasso
Nos pusimos en marcha entonces rumbo al viejo puente de la ciudad, camino a mi hogar. La caminata era lenta, pero constante. Algo dentro de mí, me impedía ir más rápido. Ella parecía no tener apuro alguno.
Ndiamy, un cuento de Jaime Arturo Martínez
En adelante, la entrenaron para que arreara agua desde el aljibe hasta la casa, lavara ropa, realizara las compras en el mercado de El Hoyo; y ella, por su parte, se dedicó a confeccionar un amuleto.
From New York to Montería city, un cuento de Oscar Corrales
Nos llevó hasta la casona cercana al rio Sinú y por primera vez contemplé su majestuosidad amarillenta y turbulenta, más risas y abrazos efusivos e interminables al llegar.
Pathé, un cuento de Jaime Arturo Martínez Salgado
Al cerciorarse de que sí respiraba se aventuró a preguntarle que quién lo había apuñalado. Julius sólo dijo: — Pathé!
God Save the Queen!; un cuento de Iván Medina Castro
Llegué a Vancouver a mediados del año con la convicción de triunfar en esta provincia sin historia, o cuyo pasado remoto se concentra en la presencia totémica de sus primeros pobladores.
Un día en la vida, un cuento de Ruben Darío Álvarez
A propósito, ella llegó a esa casa cuando apenas era una pelota de hilos negros y abundantes. Era regordeta y con un camino blanco trazado desde la parte inferior del cuello hasta el inicio de la barriga.
El corredor de Burundi, un cuento de Alejandro García García
Atrapado en las amarguras del pueblo murió asesinado un mal día. A la semana que estuve compitiendo a contrarreloj con otros atletas, juraría haberlo visto en los ojos de mi vecino. Con pasos largos, inconstantes, y esa pícara mirada apretada.
El hombre sin sombra, un cuento de Mary Atencia
La voz de Pedro la sacó de su monologo interno. Alzó la vista hacia donde él estaba señalando. No necesitó de mucho para saber que no era un sujeto, era aquella forma, aquel ser que la había asustado.