Narrativa

Espejo horizontal: tres cuentos de Balansi

Escrito e ilustrado por Balansi

Corrientes alternas

Un primo de un amigo tiene una vecina que dice que su fontanero no se acuerda de sus sueños, aunque él esta convencidísimo de que los tiene, porque esto viene de fábrica, dice, como los amortiguadores en un coche, o la nata en las fresas. Hasta ahora lo llevaba bien, pero desde hace un tiempo la tiene preocupada, la ultima vez que se le atascó la pica apareció disfrazado de Moisés con 20 ovejas, que su trabajo tuvo para meter en la cocina, y a golpe de bastón ordenaba a las aguas abrirse para dar paso a la vida. Dice que en un sueño la condición es que no hay ninguna, y eso es la ostia como para perdérselo, así que ha decidido hacer cosas rarísimas para que los demás no estén seguros de si son ellos, o es que la vida es sueño y los sueños, sueños son, o algo así, que de tanto escucharlo la vecina dice que se va a hacer camisetas.

PD: Aunque con reticencias y disfrazado, el fontanero ha accedido a que le hicieran un retrato.

Espejo horizontal

La tristeza puede ser el pez, y si queréis el volcán seremos nosotros, o más bien yo, porque me escondo, claro, como él (el pez), en el ruido de una conversación, en un perro que ladra y en la mirada que lo escucha, puede que hasta en el clinclín de las botellas, o en el celofán de un paquete de tabaco que se abre para siempre.

Ahora me han explicado de un arte antiguo que te utiliza, dispone tus manos y se explica a través de un código preestablecido. Un ritual en el que disimulas el significado en los gestos, como si te atravesara un rayo y continuaras caminando, y pienso que me encantaría.

El tiempo pasa y al arbusto en el que nos colgamos los secretos se le rompen las ramas o se quema por accidente, yo me hago arbustos con lápices pero no sirve de mucho, si os sirve de ejemplo.

Tendremos nuestras razones, nos las escribiremos en la piel y un dia en la ducha se irán tal como vinieron mezcladas con el sudor de los días y el jabón barato, y de golpe aunque no tengas espejo te verás desnudo.

Voy a intentar escuchar más al vecino de 90 años que cada vez que lo veo me dice lo mismo y me saca una sonrisa, ahora mismo no me acuerdo, por eso mismo.

El parque transformado

—Te digo lo que veo si tú también.

—Vale.

—Tengo un ratito pero no se muy bien como explicarlo…

—¿Como cuando aparece el norte?

—¡Y te pasea el perro! ¡Eso!