Cartagena,  Editorial

El potencial agresivo que desata el alcohol

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Se fueron el domingo 13 de enero, en la mañana, para una discoteca del Centro Histórico. Harold Meléndez y Zury Lozano querían rumbear. Hacía un tiempo indeterminado vivían juntos. Se sabe, esto lo contó la madre de Zury, que llegaron a su casa en el barrio El Líbano entrada ya la madrugada del lunes. Encendieron el equipo de sonido, dicen, y siguieron tomando alcohol.

Hasta este punto los lectores adivinamos que las cosas no van a terminar bien, como en efecto sucedieron.

No se sabe con claridad cuándo ni por qué empezó la pareja a discutir. Tampoco cómo fueron los hechos con certeza, sólo los terribles resultados. Zury Lozano recibió un disparo en el hombro por parte de su compañero sentimental, patrullero de la policía, que creyéndola muerta o herida fatalmente, decidió suicidarse con la misma arma que acababa de utilizar.

No es un cuento policial ni de suspense. Ocurrió hace menos de una semana. La mujer se está recuperando. El desenlace ha dejado en su familia todo tipo de preguntas, como es natural. Y a estas alturas no es una revelación para nadie que haya habido alcohol de por medio. De hecho, en casi todos los sucesos fatales de la ciudad está involucrado como mínimo alguien alicorado.

Esto nos lleva a reflexionar en torno al uso del alcohol, la droga comercial más utilizada en el mundo. Y si hablamos de alcohol tenemos también que hablar de alcoholismo, tendencia que aparece mencionada en textos orientales y occidentales muy antiguos. La primera alusión a ese estado como “enfermedad” (y no como “vicio”) se encuentra en Séneca, y contrasta con una larga tradición grecorromana donde la falta de templanza con el vino se consideraba siempre como una cuestión ética y no médica.

Una de las voces expertas para hablar sobre este tema es el filósofo, escritor y catedrático español Antonio Escohotado, célebre, entre otras muchas obras, por su libro Historia general de las drogas. Según Escohotado, “la cultura occidental ha logrado convertir la elaboración de estos fármacos (los licores) en un arte, tan sutil como diversificado, y la larga experiencia con ellos ha permitido que bastantes sepan disfrutar sus virtudes, eludiendo a la vez sus principales desgracias. No obstante, nuestra cultura paga un precio considerable por los favores de Dioniso/Baco, que se hace presente como violencia, embrutecimiento, graves males orgánicos e infinidad de accidentes ulteriores, derivados básicamente de esas tres cosas”.

Para el pensador y ensayista, el asunto es complejo, especialmente porque solemos ver en las bebidas alcohólicas algo positivo o negativo de acuerdo con su uso por seres humanos determinados, y no como algo siempre bueno o siempre malo en sí. “Cuando abrimos los principales textos científicos sobre alcoholismo no nos encontramos con una definición de las propiedades farmacológicas del alcohol, sino con conceptos dirigidos a perfilar la personalidad básica o constelación social del alcohólico. Se trata de un tema muy estudiado, donde destacan las interpretaciones psicoanalíticas (‘madre mala’, ‘madre sobreprotectora’, angustia de castración, complejo de Edipo, codicia oral, celos, ambigüedad sexual, narcisismo) y las ambientales”.

Es sabido el potencial agresivo que el alcohol puede desatar. Quienes beben inmoderadamente buscan allí una defensa ante sentimientos y certezas propias, es decir, según Escohotado, “buscan algo que modere la crueldad de su consciencia moral o sus condiciones materiales de vida”.

Se insiste, no sin justa razón, en que se beba con moderación. Hay todo tipo de campañas que advierten sobre los efectos del consumo excesivo, pero más allá de eso insistimos en que se aprenda también a beber alcohol, como se aprende a conducir o como se aprende cualquier disciplina, y que cada quien sepa reconocer sus fronteras y la medida personal que le conviene o si no le conviene en lo absoluto. El alcohol, como lo dice el también autor del libro Los enemigos del comercio, “es veneno y cura, remedio y ponzoña, que sólo la conducta individual convierte en una cosa, la otra o en algún término medio”.

Foto cortesía: Lidia Corcione