Cómic

Fanzines o las memorias del subsuelo

Hay algo característico de nuestra era. La era de la llamada “revolución digital”. Además de toda su parafernalia tecnológica, ha propiciado determinados espacios y plataformas que se consideran democráticos porque promueven la libertad de expresión. Libertad para decir a través del texto o imagen lo que se piensa y se siente, lo que se interpreta o malinterpreta en torno a cualquier tema en particular.

Sin duda, en la historia nunca se apeló tanto al derecho de la libertad de expresión como en nuestros tiempos.

Ese anhelo constante de libertad para comunicar el mundo tal y como lo aprecian las diferentes culturas, grupos sociales, comunidades e individuos desde cada una de sus respectivas subjetividades lo presenciamos en las denominadas redes sociales, pero antes de que éstas existieran, la libertad de expresión de algunos grupos fue posible gracias al Fanzine: una práctica editorial alternativa y de corte contracultural que hoy está resurgiendo en Latinoamérica.

Un zoom a la palabra Fanzine

Los fanzines son publicaciones que se realizan con bajo presupuesto y escasos medios para su diseño, edición y distribución, sobre temas tan diversos que van desde la ciencia ficción, el cómic, la música, la literatura, la cocina y las experiencias cotidianas.

El término Fanzine, de origen inglés se compone de las voces fan, que procede de la palabra fanatic, que en el idioma español traduce fanático o seguidor, y magazine que se traduce como revista.

El precedente del fanzine es el panfleto político del siglo XIX cuya característica principal fue el uso de un discurso crítico y provocador contra los sistemas de gobierno de la época. Precisamente la ruptura con lo oficial, lo socialmente  correcto, en especial con los medios de prensa y editoriales tradicionales, hace que éstos documentos se realicen de forma auto gestionada, es decir que son los mismos autores quienes lo diseñan, editan y distribuyen.

Siendo así las cosas, es claro que la elaboración y distribución de un fanzine no está pensada para tener un éxito económico. ¿Entonces, cuál es el objeto? 

Por supuesto hay un trasfondo psicosociológico que no es posible comprender bajo la tradicional mirada de la lógica capitalista que rige sobre la producción editorial oficial: la libre expresión y difusión de ideas que encuentran un público, quizás algunas veces restringido, no obstante, mediante un  discurso inusual logra establecer un vínculo significativo con lectores sobre temáticas particulares.

Fanzine de ciencia ficción. 1933. Imagen de Heritage Auctions

Breve recorrido a la historia de los fanzines

El origen del fanzine está relacionado con las publicaciones sobre ciencia ficción que surgieron en la primera mitad del siglo XX en los Estados Unidos. Hugo Gernsbag quien en 1926 creó la primera revista profesional de ciencia ficción, Amazing Stories, incluyó una sección de cartas al editor, lo cual propició que grupos de fanáticos, impulsados por la falta de espacios para publicar sus opiniones y experiencias sobre el género, empezaran a hacer publicaciones pequeñas para sus propios clubes.

Más adelante, en los años 60, dibujantes y guionistas de cómic de todo el mundo emprenden una serie de publicaciones independientes de la industria editorial hegemónica conocidas como comic underground  que fueron influenciadas por el contexto histórico de la época. 

El nacimiento de los movimientos juveniles hippie, la oposición a la guerra de Vietnam y la consolidación del género musical rock dieron lugar a un ambiente de rebeldía colectiva entre los jóvenes, que se trasladó a estas publicaciones, desde las cuales se criticaba y satirizaba la sociedad.

 Tira cómica del fanzine Zap Comix

La publicación Zap Comix editada por el historietista estadounidense Robert Crumb destaca como una de las más polémicas y censuradas de la época a causa de sus constantes temas sexuales, considerados obscenos.

A comienzos de los 70 la escena musical del rock, específicamente el naciente género Punk con grupos a la cabeza como los legendarios Sex Pistols, se apropiaría del fanzine como medio de expresión al tiempo que consolidaría su estilo transgresor en términos visuales y de contenido. A partir de este momento, el fenómeno se extiende a los países latinoamericanos, dando lugar a una interesante actividad contestataria que aporta sus particularidades contraculturales, convirtiéndose en un elemento cohesionador de los grupos juveniles, seguidores del género musical. 

En los años 90 los fanzines retomaron importancia debido a un aumento de publicaciones que conservaron el estilo polémico y transgresor de los fanzines punk, al igual que ofrecían un discurso más cercano a las experiencias y vivencias personales de colectivos que buscaban una representación en la sociedad como es el caso de los grupos feministas que cuestionaban las nociones establecidas sobre género, identidad y sexualidad.

Portada del Fanzine Punk Sniffin’ Glue

El fanzine en la era de la“Revolución digital”

Internet se ha convertido en el espacio de interacción predilecto de los ciudadanos, quienes a su vez se integran en pequeñas y grandes comunidades que comparten afinidades e intereses relacionados con lo cultural y político. Como se mencionó al principio del artículo, vivimos tiempos en los cuales todas las personas tenemos algo que decir al mundo, algo que objetar, alguna cosa que enaltecer, otras que confirmar o negar.

Por lo tanto, la movida fanzinera también se ha apropiado de los espacios libres que ofrece la tecnología digital para difundir en sus círculos y redes de seguidores todo ese material transgresor que hoy continúa identificándolo. Sin embargo, las publicaciones fotocopiadas, adornadas con recortes de periódicos y revistas, dibujos hechos a mano y acompañados de imágenes que buscan romper con el paradigma de lo socialmente aceptado siguen vigentes porque afortunadamente el papel impreso se niega a desaparecer.

La evolución del fanzine también ha pasado por la ampliación de las temáticas a las que hace referencia, por ejemplo los fanzines de tipo literario continúan consolidándose gracias al creciente número de publicaciones, lo que representa una forma indiscutible de desafiar al mundo editorial tradicional que suele poner límites a la creación, imaginación y manejo del lenguaje, de acuerdo a la imperante lógica capitalista.

Gastón O. Bandes. Escritor. Fotografía: Soad Rodríguez

Gastón O. Bandes, profesor de Literatura argentino, escritor y fanzinero manifiesta que desde sus inicios el fanzine “tenía un soporte de una gran politicidad porque se relaciona con formas de distribución del conocimiento y de los discursos políticos de resistencia que habían tenido mucha forma de discusión popular, como contraseñas rápidas populares; pero podían dar una vuelta de tuerca hacia publicaciones literarias para soslayar el sistema editorial”

Por su parte, Andrés Yugani, autor del fanzine Emergencia Kabuki considera que éstos “son espacios que se mueven en completa libertad, no dependen de una editorial que te vaya poniendo limitaciones o de un posible inversor. Son canales de comunicación que lo mantenés activo con muy pocos recursos y entonces no te limitás en cuanto a posibilidades expresivas y a esas cuestiones de libertad”.

Fotografía: Soad Rodríguez

Además agrega que “El fanzine desde hace varios años viene revalorizándose casi como un objeto de arte en sí mismo. Hay todo un público que se dedica a coleccionar fanzines de distinto tipo, pero también  estos lugares (ferias de exhibición) sirven para abrirse a gente que no conoce el producto”.

Fotografía: Soad Rodríguez

El fanzine, fiel a su naturaleza contestataria, contracultural e ideológicamente opuesta a los discursos oficiales que imperan en la sociedad capitalista, es la antítesis de lo políticamente correcto. Por esta misma razón no es extraño que muchos de sus autores hagan referencia a temas tabúes relacionados con el sexo, la política, la religión y el diario vivir.

Andrés Yugani mostrando su fanzine. Fotografía: Soad Rodríguez

Por todo lo anterior, los fanzines son la memoria del subsuelo, de lo grotesco, lo sucio, lo impresentable, lo que no se puede decir abiertamente en la sociedad porque constituye una blasfemia contra el sistema y nuestras creencias. Y por supuesto son el medio de expresión de aquellos(as) que no pueden quedarse callados.

Fotografía: Soad Rodríguez