Narrativa

Orfandad, un cuento de Giulio Guzmán

La manera en que vaya a terminar el mundo es imprevisible. Solo después de operar el cambio en el universo, hemos sido informados. Pero ¿esos mensajes son reales? ¿Son mensajes en realidad? El 24 de agosto pasado aparecieron en internet-U desde un servidor desconocido, información sobre la finalización del funcionamiento de las leyes naturales en el universo. Además una serie de virus informáticos tomaron muchas computadoras anunciando lo mismo, los cuales además se expandieron en el mundo con rapidez. Todos, previsiblemente, lo tomaron como falso recordando muchos casos similares que empezaron creo con esa página 8-3-11 hace varios siglos.

La información para el mundo era que los iniciadores (el nombre que se les dio, pues aparentemente a ellos no les interesa presentarse o que los seres humanos sepan sobre su naturaleza y sus intenciones) dejaban de operar sobre las leyes universales y que empezaría el colapso de toda la existencia. Se hablaba del inicio de ese proceso y se daban algunos ejemplos donde se mencionaba el fin de la simetría de las leyes físicas tomada del teorema de Noether. Una de ellas se manifestaría en la ley de Coulomb. Las formulas ya no funcionarían igual en cualquier punto del espacio o del tiempo. Las constantes irían cambiando poco a poco. Ese inicio fue el que produjo el gran desastre y después lentamente le ha seguido un proceso extraño ante el cual la gente que sobrevivió ha reaccionado de maneras extravagantes, con frialdad analítica o con extraña indiferencia.

Un primer síntoma de este supuesto abandono universal por parte de los iniciadores ocurrió días antes de publicada dicha página y estaba relacionada al mal funcionamiento de la inercia. En la ciudad de Tianjin un hombre perdió el control de su vehículo al intentar esquivar a un camión y antes de alcanzar a un grupo de personas se detuvo sin explicación. Cuando el grupo de personas se dispersó y se alejó, habiendo pasado algunos segundos, el carro continúo con el efecto de la inercia y chocó finalmente contra una tienda, sin dejar ninguna víctima. En muchas partes del mundo luego, cuando un objeto era lanzado, y abandonado después del impulso, se detenían y pasado un tiempo no determinado el objeto continuaba su recorrido. Muchos accidentes ocurrieron debido a fallas en el sistema de navegación inercial que algunas aeronaves aun usaban. Pero fueron pequeños accidentes comparados a las desgracias que las acompañarían globalmente. Terremotos, incendios, o muertes provocadas por aberraciones intermitentes en el funcionamiento de la naturaleza, algunas de ellas vinculadas al comportamiento extraño de la materia, de la combustión o de la disfunción de la gravedad. Luego llegaría la aparición inesperada de objetos que caían contra la tierra. Se supone que son procedentes de la Nube de Oort, bajo las alteraciones en la gravedad influenciadas por cambios insólitos en las fuerzas de marea galácticas. Ese ataque aterrador fue constante al inicio del proceso de abandono del universo pero siguen cayendo aunque no con la misma tenacidad.

¿Quiénes son los iniciadores? ¿Son los dioses? ¿La fuerza racional que ha permitido la existencia de la humanidad? Después de muchos años, volví a reunirme con Martin un amigo de la facultad de Física y tal vez por este advenimiento destructivo, finalizamos las postergaciones y nos reunimos finalmente en un bar antes de iniciar mi viaje con Lena al campo para hacer trekking, una actividad que ya habíamos planeado y que decidimos continuar aunque el mundo estaba destruyéndose progresivamente.

— ¿Te acuerdas del principio antrópico? — me preguntó Martin.

— Si ¿quieres decir que eso lo explica? — dije.

— Aquí hay supuestamente un propósito para la existencia del ser humano y el universo se ha configurado para que así sea — respondió mirando melancólicamente su vaso.

— El propósito tal vez era la conciencia humana — concluí.

Hablamos además largamente sobre las roturas en la simetría de los cristales del tiempo pero que ahora habían alcanzado puntos inimaginables.

El día siguiente salí de viaje con Lena. Camino al campo todo era irreal. La gente por las calles practicaba con más fervor sus doctrinas religiosas. Otros escapaban del enemigo invisible. Todos parecían haber aceptado esa orfandad, nuestros padres nos habían abandonado. ¿Fuimos solo experimentos para ellos?

Caminamos esa mañana por un campo que iba ascendiendo al costado de un rio. Divisamos el paisaje, los animales y pronto encontramos una de las anomalías en un campo de hierba. Suspendidas sobre ella había pequeñas piedras, muchas hojas y esferas que pronto descubrimos eran el rocío. Lancé sobre ese campo una rama y esta avanzó flotando sobre ella hasta donde terminaba y la gravedad funcionaba con naturalidad. Lena decidió jugar con ese fenómeno, se puso sus audífonos, se echó sobre el campo y empezó a flotar. Yo le di un impulso cuando me lo pidió y cerró los ojos mientras iniciaba su fantástico y delicado paseo sobre la hierba. Iba escuchando Space Echo de A.L.I.S.O.N en su reproductor.

Más tarde subimos a la cima de una montaña desde donde he empezado a escribir rápidamente estos sucesos. Una inconcebible aurora boreal parece saludarnos y mis pensamientos se van desvaneciendo. Supongo que la lógica, el razonamiento también decaerán. Se hace más difícil construir ideas, poco a poco no puedo concebir el mundo. Este parece ser un paso más del proceso en el que finalizará el universo. El fin de la conciencia antes que la materia.

Fotografía: IsraelNoticias