Cosas que deben escribirse en un manifiesto pero no deben leerse en un funeral
Tres poemas del escritor argentino Federico Serralta. Tres andamios que en lugar de vigas o tablones tienen imagenes dispuestas horizontalmente que evocan la urgencia cotidiana, la insuficiencia y el vino.
El barro y la eternidad
No logran ver que cuando eso ocurre, la eternidad ya no es más de ellos. Les ha sido arrebatada, desde Villa Fiorito, por un muchacho de barro.
El hombre gris
A ti que te fueron dados los libros y la noche, Buenos Aires y Ginebra, Wilde y Hernández, la patria y la ironía, la espada y el bronce, el espejo y la sombra, el norte y el sur, el símbolo y la palabra...
El viejo de la feria, un relato de Federico Serralta
Uno añora sentimientos, no lugares. Sin ánimo de desviarme, intentaré reconstruir los hechos de la manera más fidedigna que mi memoria (llena de trampas y exageraciones) pueda recrear.
El jazz: la filosofía de la libertad
Allí habita la triunfante inmutabilidad del humano: en la resistencia frente a las imposiciones y en la inagotable fuerza creadora de su espíritu.
Nadar en el vacío de la nada
Al principio, actúa por un instinto de superioridad, pero no podemos evitar empatizar con él en el transcurso de su desamparada odisea.
Nietzsche y el Superhombre contemporáneo
La muerte de Dios no sólo tiene una connotación religiosa, también implicaría la desaparición de todo deber moral del hombre. La idea del deber es reemplazada por la voluntad de poder del hombre.
Camus, el resurgimiento del humano rebelde
Donde el fracaso es casi un pecado mortal, rodeado de un positivismo extremo que gobierna nuestras vidas, el espíritu rebelde, incansable y humanista de Camus debe arder eternamente.
Dylan y la caótica gira Rolling Thunder Revue
Un espectáculo itinerante, repleto de artistas provenientes de diferentes rubros; músicos, periodistas, poetas, artistas plásticos, montando un circo ambulante a la antigua.
La carta, un cuento de Federico Serralta
Virtuosas imágenes ingresaron en mi mente con una violencia digna de una epifanía, recuerdo, olores, y sentimientos de horas pasadas volvieron a nacer en mí, una fuerza incontrolable se apoderó de mi voluntad y vorazmente abrí con temor la carta.