Cartagena,  Deporte

Cartagena ovalada, la historia de nuestro rugby

Hace mucho tiempo que la globalización y la internacionalización de las culturas han sido protagonistas en la transformación humana, en las transformaciones sociales, culturales e incluso en la adopción de nuevas disciplinas deportivas. El rugby es un deporte nacido en Inglaterra, y al igual que el balón pie moderno, tiene sus raíces en el fútbol primitivo. El fútbol es practicado por 11 jugadores en cada equipo, el rugby entre otras muchas diferencias, se practica con 15 deportistas en cada equipo.

Juan Sebastián García es un joven abogado que para aquellos días (2007 – 2008) era un inquieto estudiante de la facultad de Derecho de la Universidad de Cartagena que había contado con la fortuna de recibir una pelota de rugby como obsequio por parte de su padre debido a la admiración que desde su conocimiento él (su progenitor) había tenido por este deporte.

Pues bien, después de que pasara algún tiempo de tener esa pelota en su poder, a este muchacho no le bastó con observar como encajaba asimétricamente esa ovalada con el resto de los objetos de su escritorio, y comenzó a contemplar la idea de convocar a cualquier cantidad de amigos que le siguieran la corriente hasta encontrarse en una cancha y mover la pelota con la plena convicción de que se jugaba al rugby.

No era una tarea para nada fácil, la sociedad cartagenera es amigablemente arraigada a costumbres históricas que se abre paso al multiculturalismo, y en definitiva no se esperaba que el rugby fuera toda una cultura autónoma, independiente y distinta a lo usualmente conocido; se corrió la voz por los pasillos de la universidad, “Hey ¿quieres jugar rugby?”, era uno de los llamados.  “¿Eso que es?” decían unos, o “¡Estás loco!” exclamaban otros.

De cualquier manera, la voz se fue por los oídos como pan caliente por las bocas, en pasillos, redes sociales y conversaciones de amigos, el llamado fue atendido. Amigos de universidad, de los escenarios musicales, del barrio, de los viernes en alguna plaza, de la vida en general, empezaron a encontrarse los sábados entre los escenarios de la Universidad Tecnológica de Bolívar y la Universidad de San buenaventura para mover la pelota de rugby.

Muy pocos eran los tecnicismos aplicados en la cancha, la minoría dio pie para que se conformaran dos equipos y consensualmente estas masas corrían hacía adelante con el balón y daban el pase hacia atrás, si la pelota se caía hacia adelante era knock on y todo se reiniciaba, eso estaba claro.

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El knock on es una jugada no permitida del rugby, consiste en pasar o jugar el balón hacia adelante. El rugby sólo permite pases laterales.

De la necesidad surgió una persona moralmente correcta y aparentemente imparcial, que era la encargada de dirimir cualquier mal entendido durante el juego, y los pocos conocimientos que teníamos en la época no nos dejaban más opciones que creerle.

De esta manera, mientras unos iban de paso y otros se quedaban sin límite de tiempo, el grupo de jugadores se fue fortaleciendo hasta que por unanimidad de los que estaban se decidió iniciar el solemne camino de conformar un club deportivo con la fundación de Corsarios RC. Este equipo iniciaría la primera forma organizada de jugar y practicar el rugby en Bolívar y al mismo tiempo coincidía en compartir la misma historia con departamentos como Atlántico y Sucre, donde también el rugby comenzaba a tomar vida propia.

Corsarios RC siempre se caracterizó por ser un equipo autodidacta, en búsqueda de sus propios conocimientos y tratando de ponerlos en práctica, ya que no se contaba con un entrenador capacitado, convirtiéndose entonces los videos, comentarios, investigaciones personales, conclusiones luego de ver partidos, en unas muy sólidas fuentes para los entrenamientos, hasta que a mediados de Junio de 2009 el Club hizo su primer viaje a la ciudad de Barranquilla con los ánimos de realizar un encuentro y una clínica de entrenamiento con Mokaná RC.

Mokaná RC era dirigido en ese momento por Gustavo “el Negro” Rocha, un jugador de Carneros RC de la ciudad de Bogotá, quien por cuestiones de la naturaleza de las cosas se encontraba viviendo en aquella alegre y cosmopolita ciudad.

Fue entonces en ese viaje donde el club conocería a Eduardo Castillo, un jugador de las Cabras de la Universidad Nacional, y quien a su vez se animó a venir a Cartagena en diferentes ocasiones a ayudarnos en la consolidación del proceso. Castillo nos enseñó a entender el rugby como filosofía y estilo de vida, además de reconocerlo como una tradición generacional comprometida con formar mejores seres humanos.

Sucesivamente conoceríamos que la ovalada ya había pasado por manos cartageneras como las de Andrés Bonilla, jugador de Outsiders de la Universidad Eatif de Medellín, quien también nos brindó apoyo en coaching, o Freyman Torres y Carmelo Buelvas, jugadores cartageneros de Cabras RC y Petirojos RC respectivamente, y quienes no dudaron en dar todo el conocimiento posible al naciente proceso de la práctica de rugby en la ciudad que los vio nacer y que ellos conocían muy bien.

Así comenzó a moverse la ovalada en Bolívar, ganando adeptos de todas partes y rincones de la ciudad, sin distinciones de género ha ido creciendo paulatinamente con la conformación de varios clubes que cuentan los días entre juego y juego y que día a día se fortalecen en una ciudad que cada día se abre más al pluralismo cultural, contando con la fortuna de ser un lugar de paso obligado para el turismo nacional y del Caribe, con el rugby comenzando a fluir por las venas de sus calles anunciando que esta será una de las mejores plazas del país.

           Fotografía: Instragram oficial de Corsarios Rugby Club