Jalila me está esperando, un cuento de Rubén Darío Álvarez
Jalila, irradiando la clase de siempre, no lograba ocultar el maltrato de la nostalgia. Pero, sin tapujos, como era su estilo, le hizo saber al pianista lo espinosa que resulta la soledad cuando el enamoramiento envenena la vida.
El regalo, un cuento de Eduardo Viladés
Luis decía que era feliz a pesar de haberse instalado en la monotonía y haberse olvidado de la magia, de la vida convertida en circo con dos payasos medievales buscándose el uno al otro a pesar del foso de los leones.
La daga, un cuento de Jaime Arturo Martínez Salgado
Melchora se había casado en 1767, en Madrid con el capitán Cipriano Carmona. Pronto se integraron con las otras familias del distinguido vecindario y vivieron sin apremios, a pesar de no tener hijos.
Volver a casa, un cuento de Amelia Beatriz Bartozzi
Aquella noche estrellada en la ciudad de Rosario, entre el fulgor de las risas y el paso apurado de la gente que pasaba a su lado sin verlo, aquél hombre triste y melancólico, caminaba sin rumbo, con la mirada perdida, abatido por la soledad y el abandono.
El juego, un cuento de Mary Atencia
Nos tenemos que sentar en círculo. Con una mano nos tapamos el lado de la cara y con la otra tocamos el rostro pintado de una persona y decimos su nombre para hacerla participe del juego.
Mixía, un cuento de Jaime Arturo Martínez Salgado
Distribuyó los guerreros en estratégicas posiciones, aderezó las armas y escogió la noche más oscura del año para atacar y vencerlos.
Cerca pero no tanto, un cuento de Sebastián Grasso
Descubre ahora, son las infinitas posibilidades que, escondidas en las oscuras tinieblas de aquel vacío que alberga por momentos la realidad.
Tasa rota, un cuento de Janer Villanueva
Cartagena es negra como el alma sus gobernantes, el límite de la conciencia y los recursos están pensados hasta donde el color de la piel se carameliza.
El tormento de la esperanza, un cuento de Villiers de l’Isle-Adam
Mañana formaréis parte del "auto de fe"; es decir, seréis expuesto en el quemadero, hoguera precursora de la Llama Eterna. Bien sabéis, hijo mío, que no quema sino al cabo de cierto tiempo y la Muerte tarda en llegar al menos dos horas (frecuentemente tres) debido a los paños mojados y helados con los que procuramos proteger la frente y…
Reencuentro inesperado, un cuento de Johann Peter Hebel
Sacaron de entre escombros y agua vitriolada, desde sus buenas trescientas varas bajo el suelo, a un joven envuelto por completo en un bloque de vitriolo, incorrupto e inalterado pese a ello.