Sólo por hoy, un cuento de Laura Barragán Arteaga
Los días felices de la vida adulta son así. Crees que todo será espléndido y maravilloso, y cuando te das cuenta son sólo un par de momentos llenos de júbilo, contrastados con años de tedio y sin sentido. Sí, nos han estafado.
La máscara de la muerte roja, un cuento de Edgar Allan Poe
La «Muerte Roja » había devastado el país durante largo tiempo. Jamás una peste había sido tan fatal y tan espantosa. La sangre era encarnación y su sello: el rojo y el horror de la sangre.
El Ángel de Flor, un cuento de Indira Ariza Pérez
Los sueños y los presagios. Matrimonio, fiesta y manos frías. Soñar con estos temas dicen que significa la muerte de un ser querido.
Mi libro, un cuento de Sebastián Grasso
Nos pusimos en marcha entonces rumbo al viejo puente de la ciudad, camino a mi hogar. La caminata era lenta, pero constante. Algo dentro de mí, me impedía ir más rápido. Ella parecía no tener apuro alguno.
Ndiamy, un cuento de Jaime Arturo Martínez
En adelante, la entrenaron para que arreara agua desde el aljibe hasta la casa, lavara ropa, realizara las compras en el mercado de El Hoyo; y ella, por su parte, se dedicó a confeccionar un amuleto.
From New York to Montería city, un cuento de Oscar Corrales
Nos llevó hasta la casona cercana al rio Sinú y por primera vez contemplé su majestuosidad amarillenta y turbulenta, más risas y abrazos efusivos e interminables al llegar.
Where’s Martha?, un cuento de Mary Álvarez
El chico agarraba el arroz y la carne con las manos, además de que las devoraba con una lentitud algo exagerada.
El crítico intranquilo, un cuento de Andrés Pinzón-Sinuco
Finch se había adelantado a sus pasos, concluyó. No solo eran parecidos, también, revisando su carrera, descubría que Finneas Finch había cursado cada cosa que a Gutmann podía interesarle.
Pathé, un cuento de Jaime Arturo Martínez Salgado
Al cerciorarse de que sí respiraba se aventuró a preguntarle que quién lo había apuñalado. Julius sólo dijo: — Pathé!
De Caimán viejo hasta Enrique Perro, un cuento de Oscar Corrales
Entonces estaba surcando mares y lanzando una atarraya que luego recogía con habilidad cargada de peces y tuvo en ese momento unas profundas ganas de orinar y despertar, pero sentía que no podía hacerlo, porque estaba preso en un sueño que no era el de él.