Textos de autor

Paraíso de los negros, el arte como salvoconducto para la felicidad

Escrito por Eduardo Viladés

Cuesta ponerse a escribir, la cabeza estalla, duelen las sienes, el cuello está rígido por el dolor y la tristeza que, como en Paraíso de los negros, toman la palabra, se apoderan de todas estas líneas, condenadas al ostracismo y a la muerte en vida porque se han rebelado en contra de lo establecido, de esta sociedad que hunde sus raíces en la herrumbre, la mediocridad y la libertad asistida e irreal.

Autoridad y libertad, dos conceptos irreconciliables, dos ideas tan lorquianas, tan universales. Siempre unidas, a pesar de que se repelen. Articulan Poeta en Nueva York y en ellas se inspira María Pagés en su espectáculo flamenco Paraíso de los negros.

Premio Princesa de Asturias de las Artes 2022, la coreógrafa sevillana habla de la negritud desde el punto de vista metafórico. La vida es negra, oscura, cuesta ver la luz al final de un túnel del que nunca se sale; al contrario, uno se hunde más y más en el fango, en el légamo, un barro que termina por recubrirlo todo, hasta el futuro.

A las personas les gustan los muros. Vivir sepultadas dentro de cómodas certidumbres y rutinas, acatar las normas para no pensar. El negro domina el escenario, también el atuendo con el que visten las cantaoras que acompañan a Pagés. Una barrera infranqueable impide que alcancen al público, que sufran a su lado… Cadenas, de izquierda a derecha, en primera línea, del techo al suelo, cadenas de acero. Simbolizan el miedo, el control del Estado, la ausencia de posibilidades. De vez en cuando, María asoma la cabeza entre cadena y cadena, pero una fuerza superior, puede que su propio temor a destacar en un mundo de mediocres, le impide salir a la superficie, abandonar el pozo.

Como una hechicera de las emociones, va exorcizando ese miedo que le rodea. Porque gobernar a base de miedo es muy eficaz. Si se amenaza a la gente diciéndole que será degollada y luego no se concreta, se la puede azotar y explotar y se dirá que no ha sido tan grave. El miedo hace que no se reaccione; es más fuerte que la verdad y que el amor. Si el miedo convive con la incultura y la ignorancia se produce el caos más absoluto. Pero hay salida, a través del arte, lo único que puede combatir la coluvie intelectual. Porque nadie tiene derecho a robarnos nuestro futuro…

Pagés apuesta por una fuerte simbología. Toma también como referencia el caso de Nina Simone y cómo se situó en el mundo como mujer afroamericana. Simone quería ser pianista de música clásica, pero la sociedad racista de su época se lo impidió, con lo que optó por el blues y el jazz para encajar. En su caso se aprecia la tensión entre el deseo y la autoridad. Se inspira, asimismo, en la novela El paraíso de los negros del escritor estadounidense Carl Van Vechten, otro ejemplo de persona que tuvo que esconderse en una sociedad carcunda y retrógrada. Van Vechten era homosexual, se casó por compromiso con una mujer y hasta 25 años después de su muerte no salieron a la luz las obras en las que expresaba claramente su orientación sexual. Una vez más, miedo de una sociedad que condenaba lo diferente. Que sigue condenándolo, mismo caramelo, diferente envoltorio, por mucho que se maquille este presente con un ficticio halo de bonhomía y modernidad.

Las cadenas en primer plano, el negro de la escenografía, el duelo entre dos sillas, una de ruedas, que simboliza la arritmia a la que el poder nos condena, la otra de madera, ligera, la silla libre que recrea nuestras ensoñaciones, exenta de la tensión que generan los límites, las fronteras y las amenazas, los acorralamientos reales. Porque sólo queremos ser, nada más, ¿tan difícil es?

El final de la pieza es conmovedor, tras diez minutos en los que las dos cantaoras ponen los pelos de punta con sus versos, que entonan con voz de trueno bíblico entre los huecos que dejan las cadenas, Pagés emerge en el centro del escenario. Parece que con sus brazos, que se mueven con pericia de otro mundo, intenta eliminar la ponzoña que le circunda, ese miedo cimentado por la autoridad, que nos trata como rebaño, taconea, parece enloquecer, contorneos imposibles, Pagés cabrillea sin límites, un foco la ilumina desde arriba, más taconeo, poco a poco va ganando la batalla al poder establecido, sigue taconeando, mira al cielo con renuencia y, de repente, las cadenas se derrumban. Sonido ensordecedor del hierro que cae a los infiernos. Ruido estentóreo que se hunde en el abismo. Pero María, simbolizando a todos aquellos que apuestan por batallar contra la sinrazón que nos rodea, permanece a flote. El arte ha roto las cadenas, el arte nos ha hecho libres, el arte ha impedido que nuestro futuro esté escrito.

Paraíso de los negros se programó el pasado 19 de febrero en el Teatro Bretón de los Herreros de Logroño. Al estreno en la capital riojana me acompañó Montse Fernández, experta en danza contemporánea. María Pagés es una de las principales coreógrafas españolas de la actualidad. Premio Nacional de Danza, Medalla de Oro al mérito en Bellas Artes y Premio Princesa de Asturias 2022. Pionera a la hora de explorar nuevos lenguajes del flamenco. Ha recorrido escenarios de todo el mundo e incluso ha destacado su incursión en el cine, en especial en películas del recientemente desaparecido Carlos Saura, como Carmen, El Amor Brujo y Flamenco. En 2019 fundó el Centro Coreográfico María Pagés de Fuenlabrada.

                          Imagen principal - cortesía: María Alperi.

Escritor, dramaturgo, director de escena y periodista con más de 25 años de carrera, referente de la cultura española contemporánea. Ganador de prestigiosos premios internacionales de teatro y literatura, Eduardo Viladés cultiva el teatro largo, de medio formato y de corta duración, así como la narrativa. Ha publicado dos novelas y prepara la tercera. Sus obras teatrales se representan en varias ciudades españolas, México, Colombia, Perú, República Dominicana y Estados Unidos. Elegido dramaturgo del año 2019 en República Dominicana y en 2020 en La Rioja a través del Instituto de Estudios Riojanos. Colabora asiduamente con sus ensayos, relatos y obras de narrativa con las editoriales Odisea cultural (Madrid), Canibaal (Valencia, España), Extrañas noches (Buenos Aires), Microscopías (Buenos Aires), Lado (Berlín), Otras Inquisiciones (Hannover), Primera página (México), Gibralfaro (Málaga), Windumanoth (Madrid), Amanece Metrópolis (Madrid) y Viceversa (Nueva York). Compagina su labor como dramaturgo y director de escena con el periodismo, área en la que cuenta con más de dos décadas de trayectoria profesional en diversos países del mundo como reportero, editor y presentador de TV. Ha vivido en Reino Unido, Italia, Bélgica y Francia. Hoy en día trabaja también para la revista Actuantes, la principal publicación española de teatro, lo que le permite combinar el periodismo con las artes escénicas. También es experto en periodismo cultural y documentales de sensibilización social, un artista polifacético.

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