Poesía

Un buen día moriremos, pero antes no

No dudes y pide en vida.

Pide ayuda.
Pide dinero.
Pide cama y comida y las llaves.
Pide abrazo, un beso, pide la cucharita.

Pide que se queden un rato más.
Pide perdón.
Pídelo pronto.
Pide que ya no pidan más, pide que no te escriba, pide de lejos.

Pide una foto y otra y otra (hay que tener fotos, joder, hay que tenerlas).

Pide socorro. Da asilo.

Pídele un futuro, pide que te salga bien, claro, eso también, pídelo y que salga mal, también, que pasa, fácilmente sale mal.

Pide el valor de pedir que tú querías quererla. 

Pídeselo.

Pide. (A Dios)

Pide paso entre los nichos, pide que te cambien de sitio, pide que se levanten del tuyo. 

Pide que te quemen.

Pide, por favor, que te dejen morir en paz.

Pide que te pille sin ganas, con el desayuno preparado.

No te equivoques, la palabra no dicha nunca es la mejor, por eso pide.

Pide todo antes que ese buen día, lo cambie todo de sitio y nadie sepa qué pediste ni para qué ni para cuándo.

Pídeme.

Me llamo Rosa, como mi tía y como a la vez la suya. En la Universidad me decían que era nombre de señora mayor y eso hice, hacerme mayor y escribirlo. Escribo en línea, en elipsis, en redes, en alto y de bruces las más de las veces. Ahora también escribo aquí, en Otras Inquisiciones. Hago listas para deshacerlas, compro mantequilla para no comerla y amo a los hombres que saben a melón, como ellos. Soy más, pero eso ya, que lo cuente ella.

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