Textos de autor

Wozzeck eleva la miseria humana a espectáculo visual, por Eduardo Viladés

Un desguace de juventudes decadentes, sin porvenir, desprovistas de color, muertas en vida. Les lanzan trozos de pescado podrido, experimentan con ellas. Freud observa esa hez de parásitos, se ríe en su cara, les lame, les penetra con el pensamiento. Más pescado podrido, ecos de La parada de los monstruos, sonido cloqueante y desquiciado, reminiscencias de Murnau, deformación de la realidad, subjetivismo, El grito, trincheras, batalla de Verdún, escritura automática. Caos.

No puedo más, ¿qué hora es? Fue ayer, creo que sí, 31 de mayo de 2022, me acompañaba Rocío de Juan, pintora castellonense, tampoco me habló, la verdad es que estoy acostumbrado, ni mis propios yoes me dirigen la palabra desde hace tiempo. Y ahora esto. ¿Por qué? Voy a poner una querella al Palau de Les Arts por concederme invitaciones que fomentan mi desdicha, mi afán por pertenecer al lumpen y ser referente de la espuria social española. Deberían tener en cuenta que no estoy bien, no es justo que me traten así. ¿Es que no se dan cuenta de que la locura es el único refugio que tenemos quienes vivimos instalados en el sufrimiento para evitar que la razón acuda al encuentro con la muerte? Justo lo que vemos en la magistral puesta en escena de Wozzeck. El poder, sin darnos cuenta, intenta por todos los medios colonizar nuestra imaginación, impone el miedo como moneda de cambio, la parálisis de pensamiento, las falsas promesas de una vida mejor, la mentira.

De eso trata el subtexto de Wozzeck, una ópera del compositor austríaco Alban Berg estrenada en diciembre de 1925 que cuenta la historia del soldado Johann Christian Woyzeck. Se inspiró en la obra de teatro inconclusa escrita por el alemán Karl Georg Büchner en 1836, una pieza de denuncia social y argumento médico.

Berg acudió a la representación del drama en Viena en 1914 y decidió tomar quince partes de la obra teatral de Büchner para crear una ópera estructurada en tres actos con cinco escenas cada uno. Es una de las óperas más representadas en el mundo y su tema, la miseria moral y la explotación de los pobres por los poderosos, la hace de rabiosa actualidad.

Fotografías: ©Miguel Lorenzo – Mikel Ponce – Les Arts.

Wozzeck es una tragedia con una víctima y varios verdugos. Los protagonistas de la ópera no tienen nada, son despojos sociales, títeres que viven en medio de la basura. Sus privaciones materiales se desarrollan paralelamente a sus miserias morales. Visualmente impresionante y cargada de simbolismo, retrata con crudeza la auténtica realidad del hombre, su pobreza, incomprensión y la explotación que sufre, por las altas esferas y por su propio interior.

Es una oportunidad única de conocer de manera directa lo que fueron las nuevas tendencias musicales que nacieron en la Viena de principios del siglo pasado. Wozzeck es la primera ópera atonal de la historia, pero no le faltan guiños a la música neoclásica, al verismo e incluso a la música popular austríaca. Es un drama musical expresionista, y no es de extrañar que los nazis la catalogaran como música degenerada y la prohibieran.

De Juan ni siquiera me mira. Está absorta en la representación. Estamos ante una experiencia vital en la que se reflejan en el personaje de Wozzeck las paranoias, esquizofrenias y las enfermedades mentales que fueron estudiadas en la época de su composición por Sigmund Freud.

Con Wozzeck estamos bajando a lo más profundo del ser humano, a los celos, al dolor, a la humillación, a la parte más oscura de las personas que acaban en la locura.

El reparto lo encabeza un especialista en el papel de Wozzeck como Peter Mattei, al que acompañan la soprano Eva-Maria Westbroek y Christopher Ventris en el papel de Tambor Mayor.

La pobreza puede paralizar el alma de una persona. Todos estamos solos, simplemente vamos encontrando compañeros de viaje cada cierto tiempo. Y esos compañeros acaban traicionándonos. La ópera es perfecta para la España actual, cuna de la pobreza idiomática, de valores, cultural y personal, un país barato lleno de mugre, sin futuro y empobrecido en sus entrañas, con gobernantes grotescos, violentos, malévolos, monstruosos y distorsionados. El miedo fomenta esa pobreza. Y lo peor es que la gente, en especial los jóvenes, aceptan ese escenario porque es lo único que han vivido.

Con un decorado apabullante, escenarios móviles y agua real en el escenario, Wozzeck pone el broche de oro a la temporada lírica valenciana. El complicado reto musical y teatral lo asume el maestro James Gaffigan desde el foso y el director de escena alemán Andreas Kriegenburg en la producción que estrenó en 2008 en la Bayerische Staatsoper de Múnich con notable y elogiosa acogida.

Wozzeck es una obra maestra de obligada programación para un teatro de ópera con vocación dinamizadora y que también busque proyección internacional. Figura entre las 70 óperas más interpretadas del siglo XXI. Ovación de más de diez minutos, en la retina de la audiencia los muertos vivientes, o vivos-muertos, que pueblan el escenario, ataviados con sacos marrones, maquillaje blanco en la cabeza, apenas pelo, descalzos, más aplausos, De Juan me mira, está satisfecha, puede que pinte algo relacionado con la obra, es posible que yo también me inspire, coño, estoy haciéndolo, a no ser que sea uno de mis yoes del averno que puebla mis entrañas quien escriba estas líneas, ni lo sé ni me interesa.

Escritor, dramaturgo, director de escena y periodista con más de 25 años de carrera, referente de la cultura española contemporánea. Ganador de prestigiosos premios internacionales de teatro y literatura, Eduardo Viladés cultiva el teatro largo, de medio formato y de corta duración, así como la narrativa. Ha publicado dos novelas y prepara la tercera. Sus obras teatrales se representan en varias ciudades españolas, México, Colombia, Perú, República Dominicana y Estados Unidos. Elegido dramaturgo del año 2019 en República Dominicana y en 2020 en La Rioja a través del Instituto de Estudios Riojanos. Colabora asiduamente con sus ensayos, relatos y obras de narrativa con las editoriales Odisea cultural (Madrid), Canibaal (Valencia, España), Extrañas noches (Buenos Aires), Microscopías (Buenos Aires), Lado (Berlín), Otras Inquisiciones (Hannover), Primera página (México), Gibralfaro (Málaga), Windumanoth (Madrid), Amanece Metrópolis (Madrid) y Viceversa (Nueva York). Compagina su labor como dramaturgo y director de escena con el periodismo, área en la que cuenta con más de dos décadas de trayectoria profesional en diversos países del mundo como reportero, editor y presentador de TV. Ha vivido en Reino Unido, Italia, Bélgica y Francia. Hoy en día trabaja también para la revista Actuantes, la principal publicación española de teatro, lo que le permite combinar el periodismo con las artes escénicas. También es experto en periodismo cultural y documentales de sensibilización social, un artista polifacético.