Textos de autor

¿23 euros? Tiene que ser un error

Escrito por Eduardo Viladés

—Hola, buenas tardes, vengo a recoger dos invitaciones para El rey que fue.

—¿Otra vez tú? Me tienes un poco harta, está claro que el sector teatral no mejora con gorrones que entran gratis a las funciones.

—¿Perdone? Agradecería que no abandonara el modo de cortesía, no nos conocemos de nada.

—Pone aquí que la productora te da una entrada gratis, qué vergüenza, y otra pagando. Son 23 euros.

—¡Qué extraño! Nadie me ha informado al respecto. ¿Sería tan amable de comprobar la información?

—¿Te hago un croquis? Una gratis. Otra, 23 euros.

Perdí mi empleo. El director de la revista para la que trabajo estaba pasando unos días de vacaciones en el norte. Yo le convencí para que cambiase su itinerario y recalara en Logroño para acudir a ver juntos El rey que fue al Bretón. Ufano, le comenté que gracias a mi prestigio en el mundo de la literatura y el teatro contemporáneos, unido a mis 30 años como periodista internacional en empresas residuales, había conseguido dos invitaciones para cubrir la pieza de Els Joglars y realizar una reseña teatral para su revista.

Asistió impertérrito a mi rifirrafe con la taquillera del Bretón, quien no se caracteriza precisamente por su simpatía. El rey emérito ha vaciado las arcas del Estado, al menos las mías, no tengo ni para café y se supone que esas invitaciones estaban destinadas a escribir un artículo periodístico. Andrés, es que yo 23 euros no tengo, es un mundo para mí, no sé, si quieres entro yo solo y tú te vas a la Laurel de pintxos. O lo pagas tú y me lo quitas de mis honorarios. Andrés me paga 3 euros por texto. Entra, entra, icono del puto teatro español, y la reseña se la mandas a tu madre, yo no pierdo el tiempo con zumbasacos de tres al cuarto.

Interior del teatro, fila 10, asiento 11, el de la izquierda, el de los 23 euros, está vacío. Me emociono. Detrás, unas crías de unos 25 años comentan que el teatro en provincias es muy barato, que en Madrid lo mínimo que pagan son 30 euros, que se han quedado heladas con el precio. Tiene que ser un truño de obra, asegura una. Els Joglars no es lo que era, ahora son súper fachas, eso dice mi madre, que va de anarcosindicalista por la vida. A mi izquierda, el asiento vacío. No quiero entrar que se me pone mal cuerpo. A mi derecha, tres señoras con el pelo cardado a lo Joan Collins que también comentan lo barato de las entradas. El teatro lleno. Algo he hecho mal, tengo la sensación de que no he llegado a un acuerdo con la vida; tengo 54 años y 23 euros son un mundo absoluto para mí. Y niñas de 20 años que confunden Mozart con una marca de comida rápida aseguran que no es dinero.

Delante, El rey que fue. No me mata.

Las diferentes situaciones vividas por Juan Carlos I a lo largo de su vida contienen unos componentes cercanos a la tragedia. Su infancia y juventud, separado de sus padres y entregado a la tutela de Franco. Estas líneas no son mías, acabo de copiarlas de Internet, me da pereza hacer esta reseña, qué quieres que te diga, compromiso absoluto, día de elecciones europeas, ganarán los mismos, yo suelo meter una hoja o un papel usado en el sobre. Su matrimonio con Sofía también aparece. Me casé con un congelador, asegura el personaje de Ramón Fontserè. Se trata del cuadragésimo primer espectáculo de la compañía catalana, más allá de la sátira de otras producciones como Aristófanes, centrada en la decadencia de un petimetre venido a menos que termina por dar pena y provocar compasión, una especie de clon mío.

Sin cultura, como las crías que se sientan detrás de mí, pero que ha regido los destinos de un territorio mediocre como España durante más de 40 años, sin sentido del humor, pero que ha protagonizado chistes y portadas de revistas de humor, sin dignidad, machista, paradigma de una masa lerda emancipada que ha institucionalizado la incultura como la nueva cultura, como constata el personaje del bufón.

Este territorio es África, no hay seriedad, mandas un mensaje y jamás se obtiene respuesta, incluso las misivas son cortantes, no hay educación, ni seriedad, por eso se reviven momentos tensos en la taquilla del teatro Bretón, cuando uno acude para trabajar, no porque se aburra, si fuese así me quedaría en casa machacándomela con dos piedras. El 95% del tiempo la gente se ríe de mí, me escupen, como no he robado como Juan Carlos y leo Madame Bovary en la soledad de mi hogar, soy un elemento discordante, pero me jode que ese 5% restante también sea pasto de las llamas por la incomunicación de una productora y los malos modales de una taquillera con cara de estreñida, me da exactamente igual que me censuren, me fascina ser un inadaptado, en eso me parezco a Juan Carlos, si bien yo soy más de agarrar rabos antes que tetas de cocineras de paellas demasiado saladas.

Escritor, dramaturgo, director de escena y periodista con más de 25 años de carrera, referente de la cultura española contemporánea. Ganador de prestigiosos premios internacionales de teatro y literatura, Eduardo Viladés cultiva el teatro largo, de medio formato y de corta duración, así como la narrativa. Ha publicado dos novelas y prepara la tercera. Sus obras teatrales se representan en varias ciudades españolas, México, Colombia, Perú, República Dominicana y Estados Unidos. Elegido dramaturgo del año 2019 en República Dominicana y en 2020 en La Rioja a través del Instituto de Estudios Riojanos. Colabora asiduamente con sus ensayos, relatos y obras de narrativa con las editoriales Odisea cultural (Madrid), Canibaal (Valencia, España), Extrañas noches (Buenos Aires), Microscopías (Buenos Aires), Lado (Berlín), Otras Inquisiciones (Hannover), Primera página (México), Gibralfaro (Málaga), Windumanoth (Madrid), Amanece Metrópolis (Madrid) y Viceversa (Nueva York). Compagina su labor como dramaturgo y director de escena con el periodismo, área en la que cuenta con más de dos décadas de trayectoria profesional en diversos países del mundo como reportero, editor y presentador de TV. Ha vivido en Reino Unido, Italia, Bélgica y Francia. Hoy en día trabaja también para la revista Actuantes, la principal publicación española de teatro, lo que le permite combinar el periodismo con las artes escénicas. También es experto en periodismo cultural y documentales de sensibilización social, un artista polifacético.

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