Dos en uno, un cuento de Jaime Arturo Martínez
Allí, en la playa, podía gozar del espacio y la libertad que en su pequeño apartamento no tenía. Además, y era lo más importante, podía reencontrarse con Laura
El rostro de la evidencia, un cuento de Jaime Arturo Martínez Salgado
Un año y medio después fue enjuiciado por este crimen un joven muchacho de la región de Guamas, que era empleado de la señora.
Heriberto y el Mago Robaviento, un cuento de Jaime Arturo Martínez Salgado
Un repentino estruendo se escuchó entonces y por las puertas de la casa empezaron a salir los vientos adormilados. Cuando tuvieron conciencia de encontrarse libres, buscaron orientación, y como una tromba empezaron a salir del fondo de la laguna.
La manicurista, un cuento de Jaime Arturo Martínez
Me gusta mi trabajo. Allí, conozco gente nueva todos los días. Mientras les presto mis servicios, les escucho sus historias o les hablo de la ciudad. Disfruto este ambiente, limpio, adornado y elegante.
Califagia, un cuento de Jaime Arturo Martínez
La madre oyó el murmullo de la conversación. Oyó la risa de ella como una alta palmera meciéndose en el aire, oyó los suspiros, oyó los quejidos y el llanto de amor, oyó -luego– el silencio.
La daga, un cuento de Jaime Arturo Martínez Salgado
Melchora se había casado en 1767, en Madrid con el capitán Cipriano Carmona. Pronto se integraron con las otras familias del distinguido vecindario y vivieron sin apremios, a pesar de no tener hijos.
Mixía, un cuento de Jaime Arturo Martínez Salgado
Distribuyó los guerreros en estratégicas posiciones, aderezó las armas y escogió la noche más oscura del año para atacar y vencerlos.
Ndiamy, un cuento de Jaime Arturo Martínez
En adelante, la entrenaron para que arreara agua desde el aljibe hasta la casa, lavara ropa, realizara las compras en el mercado de El Hoyo; y ella, por su parte, se dedicó a confeccionar un amuleto.
Pathé, un cuento de Jaime Arturo Martínez Salgado
Al cerciorarse de que sí respiraba se aventuró a preguntarle que quién lo había apuñalado. Julius sólo dijo: — Pathé!
A las seis de la mañana podría parecer tarde, un cuento de Jaime Arturo Martínez
Al día siguiente, la encontré vestida con un camisón de los que usaba mamá para estar en casa. Había peinado sus largos cabellos y su semblante era vivaz y luminoso.