La importancia de llamarse Roberto
Fue tal mi conmoción que me aparté de un salto y en medio de la oscuridad de la habitación metí la parte enhiesta de mi humanidad entre las aspas de un ventilador que andaba por la casa huérfano de rejilla.
El evangelio de los perros, un cuento de Rodolfo Lara Mendoza
Lo demás era noche cerrada. Silencio en el que no tenía cabida voz humana alguna, aquel engreído juguete de Dios que desde hacía tiempo yacía hecho pedazos. Los perros, en cambio, seguían incólumes.
Los hombrecitos de mi país, por Rodolfo Lara Mendoza
No sólo saca a la luz el tema de la usura, sino que además se da el lujo de considerar tal manipulación y atropello de la dignidad humana como “una delicia”.
Los grises ojos del pistolero, un cuento de Rodolfo Lara Mendoza
Mamá está de pie, junto a la ventana, planchando una camisa, y ha dejado la plancha sobre aquella prenda que, en mi recuerdo, años después, sigue sin quemarse: ¡Es increíble la pericia de mamá!