Cine y TV

The Umbrella Academy: la apuesta de Netflix

La idea de una academia de humanos con poderes especiales no es novedosa. Sin embargo, la ejecución de esta idea, en el caso de The Umbrella Academy, sí lo es. Al menos en lo que se refiere a la serie que Netflix ha estrenado el pasado 15 de febrero en su plataforma mundial.

Empecemos por el manejo cuidadoso de la fotografía y de las actuaciones. Steve Blackman ha logrado un trabajo diligente en cuanto a planos, pero también en la consecución de un grupo de actores comprometidos con el proyecto y sus intereses. Cada uno aporta un matiz al grupo de súperheroes. Los siete miembros de Umbrella Academy tienen al menos un capítulo en el que podemos ver cómo su historia se va desarrollando en paralelo a la academia y al entramado del cómic. Esta es justamente otra virtud de la serie: tiene aún mucho del cómic original, escrito por Gerard Way e ilustrado por Gabriel Bá. El primero es el exlíder de la banda adolescente My Chemical Romance, y el segundo es un brasilero reconocido por haber ilustrado otros cómicos como Cassanova y Daytripper. De hecho, pese al escepticismo de varios miles de seguidores del cómic, la serie ha respondido a las expectativas con ligeras semejanzas y diferencias, como siempre ocurre cuando se lleva a cabo un proyecto en la pantalla chica.

De hecho, el propio Gerard Way ha sido uno de los asesores del director Blackman para cuidar los detalles de la sugerente narrativa.

Esta primera temporada esta basada en la primera serie Apocalypse Suite, publicada en cómic entre el 2007 y 2008, cuyo argumento está compuesto por seis capítulos que giran en torno a la reunión en la adultez de siete niños especiales que fueron criados para salvar al mundo.

Se ha destacado el milimétrico manejo de la fotografía, pero no la construcción de la historia. Vista de adelante hacia atrás, cabe resaltar el uso de la elipsis narrativa. Los manejos del tiempo en la serie son especialmente rigurosos. Pese a que en algún momento el espectador suponga que se le ha hecho trampa, porque lo que ha visto se deshace en suspiros cuando Five, uno de los personajes centrales, viaja al futuro y pasado. No obstante, se aprecia un complejo uso de la estructura cinematográfica. Inclusive la última escena de la primera temporada queda hilvanada perfectamente, aunque muchos de los espectadores hayamos previsto la mitad de las consecuencias de las relaciones interpersonales de unos y otros. Hay unos puntos nucleares que dan cuenta de una mente creativa, lúcida, y no por ello menos caótica, detrás de la historia central.

Es cierto que los productores han apostado por Ellen Page, actriz que sopesa uno de los papeles más importantes del reparto, pero también llama la atención Aidan Gallagher. Este naciente actor, que no tiene más de quince años, ha sido una revelación, si se me permite. Interpreta a un hombre que luego de pasar de los cincuenta, vuelve a ser niño, salvo que su mente permanece intacta. Es cierto que le ayuda su cara de viejo. Pero eso no le resta a nivel interpretativo. Gallagher convierte a su personaje en una especie de gurú sobre el cual giran los demás roles. De una parte es mérito del creador, pero también lo es del joven actor quien presta sus gestos y entonaciones para hacer un adulto perfectamente creíble en una trama que desarrolla los últimos ocho días del mundo tal y como lo conocemos.

Hemos visto antes que Netflix es una plataforma que apuesta, que se arriesga con proyectos que a simple vista son delirantes. Sabemos que desentona con los cánones que impone la industria, que no cuadra del todo en lo que manda la Academia desde sus Premios Óscar, éstos a la larga no son más que un club social de Hollywood, enquistado y acunado, pero que con los años, y sobre todo en la modernidad, palidece ante las nuevas formas de consumir contenidos audiovisuales.

Aquí entra The Umbrella Academy. Puede que sus creadores no sean lo suficientemente conscientes de lo que están haciendo. No se trata sólo de volver televisivo un cómic, sino de dotarle alma, carácter y sostenibilidad en el tiempo y en el espacio. El experimento habría podido salir muy mal, pero no ha sido así.

Tampoco podemos decir que estamos ante una serie portentosa, pues tiene al menos un capítulo bastante flojo, a mitad de la temporada, cuando se observa lo que en la industria se conoce como relleno, simple y macizo. Pero suponemos que ha sido deliberado en el montaje. Los de Umbrella Academy se corrigen rápidamente, ofreciendo una secuencia vertiginosa y simpática, sobre todo para los que no nos hemos tomado el trabajo de leer el cómic. Creo que podemos perdonar aquella licencia, siempre y cuando no hagan algo similar en la segunda temporada, de la cual se desconoce la fecha de entrega. Pero se sabe que al menos tienen los planes de hacer otras dos.

Hemos llegado a la música. No es de extrañar que la historieta creada por el líder, cantante y fundador de un grupo de rock tenga una alta dosis de música. Sin embargo, el audio está muy bien entremezclado con varias de las escenas de lucha y aletargamiento que nos van acostumbrando a esa hermandad que se mantiene durante toda la primera temporada. Las canciones han sido seleccionadas con acierto. Se dice incluso que Gerard Way ha sido uno de los que en este asunto ha metido la mano. No resulta raro. Como curiosidad cabe decir que el actor Aidan Gallagher se ha revelado seguidor de la banda My Chemical Romance de Gerard Way, por lo que ha dicho que es un honor llevar a la vida uno de sus personajes. Es un chico, vamos a dejarlo así.

En cualquier caso, The Umbrella Academy resulta una experiencia memorable para quien está harto de las historias comunes de adolescentes en pubertad, con sus problemas de querencias y necesidades. Guarda alguna que otra semejanza con X-Men, no obstante, muy pronto el espectador se va dando cuenta de que contempla otra cosa muy distinta. Y claro, hay diferencias en la construcción de personajes del cómic y de la serie. Es normal. No resulta fácil llevar a la vida lo que una mente en su profunda ensoñación ha manifestado. Pero, repetimos, se mantiene ese aura de lúdica de un cómic que tampoco viene a respondernos todas las preguntas.

Este, para finalizar, ha sido un aspecto fundamental. La serie abriga muchos interrogantes que incluso no se resuelven en el transcurso de la primera temporada. Algo intuimos. Ahí radica el tantear a oscuras de un cómic. Somos testigos de un narrador que lo sabe todo o que lo tendrá que pensar sobre la marcha. The Umbrella Academy sabe muy bien a lo que juega, es incluyente en etnias, música y diálogos. Puede ser que estemos celebrando el inicio de una muy feliz era de súperheroes más descarnados, menos morales y sobre todo más humanos.

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