Opinión

Las teorías conspirativas del coronavirus y su falta de lógica interna

Giran muchas teorías conspirativas alrededor del coronavirus y de las medidas tomadas para evitar que se difunda más. Las encontramos en todo el mundo, en las redes sociales; vemos que los ciudadanos se manifiestan en contra de las medidas del lockdown (toque de queda) y que algunas personas célebres las difunden entre sus fans.

Alemania no es ninguna excepción. Las personas se manifestaron en varias ciudades y hay cantantes, influencers y un famoso chef de la cocina vegana que insisten en estas teorías. Como se sabe, las teorías conspirativas son “auto-inmunizadas”, esto quiere decir que no se pueden comprobar nunca. Sus defensores dicen que la «élite oscura» es la que está detrás y que simplemente todo está tan bien organizado que el público nunca sabrá con veracidad las intricadas relaciones de poder. Y todas las informaciones razonables de la ciencia y de los medios de comunicación serios son descalificados como pura manipulación de esta élite.

Los defensores de esas teorías conspirativas crean su propio mundo en donde todo sostiene sus ideas crudas. Pero resulta que, en estos tiempos de coronavirus, estas teorías carecen por completo de una lógica interna y esto es lo que quisiera explicar en este comentario. Si los seguidores de estas teorías se cierran tanto contra toda la información razonable, tal vez intentar demostrar la falta de lógica interna de sus propias ideas los hará pensar un poco.

¿Qué dicen pues estas teorías conspirativas? Claro que hay variantes diferentes, pero como idea central plantean que existe un “imperio escondido” que está detrás de la política y la economía global y que busca someter por completo a toda la humanidad. Se imaginan una élite pequeña, rica y con tanto poder que puede decidirlo todo y operar en secreto para controlar las acciones y las ideas de los humanos.

Se mencionan nombres como Rockefeller y Gates. Ahora, la nueva-vieja versión adaptada al lockdown y a la problemática del coronavirus es que esta élite global habría desarrollado el coronavirus o que simplemente lo habría puesto en escena en los medios de comunicación para poder legitimar el inmenso control de la vida cotidiana que estamos viviendo: que la gente no puede salir de casa, que no se puede reunir y por tanto no se puede manifestar (como vimos con #Chiledespertó y Fridays for Future), muchos no pueden trabajar y pierden su sustento. Es decir, que no podemos gozar de todos nuestros derechos básicos en este tiempo.

Es grave, es horrible sin duda. Pero según las teorías conspirativas, es mucho más que eso. Dicen que el lockdown sería un tipo de ensayo para acciones secretas futuras para ver si funciona controlar a la gente con una narrativa de miedo.

Lo que seguramente da más miedo es que estas teorías parecen difundirse cada vez más y de manera agresiva por parte de algunos. Alguna gente pretende ser sútil y aparentemente crítica. Leemos frases como “me parece que hay algo detrás” o “me pregunto si es cierto todo lo que dicen los medios de comunicación”, entonces se trata de alusiones muy, pero muy defensivas, pero que remiten a las mismas teorías conspirativas. Y lo más absurdo de todo es que tales «teóricos» conspirativos hacen exactamente lo mismo que la supuesta “élite oscura”: manipulan, se hacen célebres –lo que les da cierto poder también– y hacen dinero con mentiras y miedo (porque generar tráfico en una página web o hacer girar un comentario en Facebook da dinero no obstante su veracidad).

No les importa si hieren a otros. Mandan a los manifestantes a la calle aunque eso aumente su riesgo de infección. Se lo vio muy claramente en Fox News, cadena de televisión estadounidense. Aunque internamente el canal y sus funcionarios sí siguieron las medidas del toque de queda (es decir homeoffice, contacto reducido, etcétera), sí propagaron el miedo y la indignación, buscando aumentar así el número de sus espectadores. Su comportamiento riñe con su credibilidad.

Lógica difusa

Pero veamos ahora esa falta de lógica interna de la que hablé. Miremos para eso las teorías conspirativas anteriores, las que nos «advirtieron» anteriormente de que se produjera la crisis del coronavirus, antes del confinamiento. La base era la misma: la idea de una “élite oscura” conformada por un círculo de las personas más ricas del mundo que busca controlar cada paso de la humanidad. Pero había una gran diferencia respecto de la “teoría” actual: esta manipulación tenía que ser sútil para que nadie se enterara, transmitida por ejemplo en supuestos símbolos satánicos que figurarían en los logotipos de marcas internacionales o en videos musicales muy difundidos. Los supuestos chemtrails representarían una invasión biológica al interior de las capacidades de los humanos, disfrazada de estelas de condensación (ver enlace).

Por otra parte, los sistemas de observación en el espacio público serían otro instrumento para controlar a los ciudadanos con algo que iría más allá de su comprensión. El consumismo sería una estrategia central para capturar la vanidad de la gente, evitando que se dieran cuenta de la invasión oscura. Y la democracia parlamentaria sería una mera puesta en escena, un “jugar” a la democracia para desviar la atención de que nadie puede influir realmente en la política. En fin, todas serían medidas muy sútiles evitando que los ciudadanos se enteraran del «control oscuro».

Estas teorías combinaban perfectamente con el mundo que conocíamos hace seis meses, cuando el consumismo y la dispersión mental dominaban la vida de muchas personas. Pero vemos que ahora, con el coronavirus, la situación se torna contraria: el encierro es abominablemente invasivo en la vida de (literalmente) todos nosotros, es tan visible que todos se dan cuenta de este cambio radical. Y, más importante, todos estamos descontentos frente a la restricción implacable de no poder salir, ni reunirnos con amigos o socios, ni entretenernos o trabajar y mantenernos.

Nos damos cuenta perfectamente de que nuestros derechos son restringidos en este momento histórico. Nos damos cuenta de lo confinados que estamos.

Y recordando la teoría de la manipulación sútil, vemos que ¡no tiene sentido en lo absoluto! Imaginemos una élite global que hace todo para entretener a los humanos y que así consuman y no se pregunten nada; y de repente ponen en circulación una enfermedad y medidas de restricción tan severas que todos tienen que darse cuenta de aquella manipulación. ¿En serio? En ese caso, las teorías de conspiración han dado un giro de 180 grados desde la aparición del coronavirus porque la idea anterior ya no tiene sentido en esta nueva situación, porque choca demasiado con la realidad que vivimos.

La teoría actual es una construcción nueva y adaptada a la situación actual para mantener sus seguidores. Necesitan mantener el drama, la polémica y el bulo para no perder sus seguidores.

Hay otros aspectos ilógicos: quienes no pueden salir ahora a manifestarse son también los chicos de Fridays for Future, que figuraban anteriormente en teorías de una “manipulación medioambientalista”. Qué pena que la élite debilitó su propia iniciativa… Además vemos que los políticos mismos tienen prisa de reabrir tiendas e instituciones. No parecen para nada tener ventajas en esta situación, no pueden ganar nada: o tienen una economía medio destruida, más gente pobre y estresada y descontenta al máximo; o una tasa tremenda de muertes.

El Covid 19 no debería llevarnos a dejar de lado los problemas sociales que hay de verdad: las tremendas injusticias sociales y la crisis del cambio climático, sí hay que ser críticos. Simplemente, las teorías de conspiración representan lo contrario, significan que hay que confiar por completo en lo que dicen algunas voces manipuladoras.

Fotografías: Irish News / Bloomberg