¡Este no será un viernes de mierda!
El viernes era la fiesta con un letrero grande a la entrada que decía: "no importa si eres feo o un apestado, entra y verás que todo es una mierda, una muy bonita y hostil".
La señora Eveling, un cuento de Rubén Darío Álvarez
Dicen que la señora Eveling estuvo unos diez años viajando por Europa con su esposo y sus dos hijos, hasta que el potentado conoció en París a una joven bailarina nigeriana...
Alberto Llerena: el dramaturgo y el maestro de taller
Hablar de teatro en Cartagena es lo mismo que hablar del maestro Llerena. Desde que era un niñito, que ni a los nueve años llegaba, ya estudiaba música y tocaba el violín.
El hombre, un cuento de Carmen Cecilia Morales González
Al instante pensó en el hombre y lo insólito de su presencia en el lugar. Todo era confuso, creía vivir sola.
Sonido bestial
No entendía cómo aquel había podido seducirla aquella tarde de enero. El asunto, se planteaba Laura, era que no había sido él quien la sedujo, sino ella a él.
Heriberto y el Mago Robaviento, un cuento de Jaime Arturo Martínez Salgado
Un repentino estruendo se escuchó entonces y por las puertas de la casa empezaron a salir los vientos adormilados. Cuando tuvieron conciencia de encontrarse libres, buscaron orientación, y como una tromba empezaron a salir del fondo de la laguna.
Luis Carlos López: mucho más que un poeta irreverente
La obra del Tuerto es un buen ejemplo de que para hacer poesía no se necesita recurrir a temas románticos como fuente de inspiración.
Jalila me está esperando, un cuento de Rubén Darío Álvarez
Jalila, irradiando la clase de siempre, no lograba ocultar el maltrato de la nostalgia. Pero, sin tapujos, como era su estilo, le hizo saber al pianista lo espinosa que resulta la soledad cuando el enamoramiento envenena la vida.
La daga, un cuento de Jaime Arturo Martínez Salgado
Melchora se había casado en 1767, en Madrid con el capitán Cipriano Carmona. Pronto se integraron con las otras familias del distinguido vecindario y vivieron sin apremios, a pesar de no tener hijos.
Tasa rota, un cuento de Janer Villanueva
Cartagena es negra como el alma sus gobernantes, el límite de la conciencia y los recursos están pensados hasta donde el color de la piel se carameliza.