El negro, un cuento de Giovanna Robinson
Dicen que los negros son más sabrosos que los blancos, quiero probar si es cierto, eso me dijo una vecina quien tiene de amante a un negro.
Jalila me está esperando, un cuento de Rubén Darío Álvarez
Jalila, irradiando la clase de siempre, no lograba ocultar el maltrato de la nostalgia. Pero, sin tapujos, como era su estilo, le hizo saber al pianista lo espinosa que resulta la soledad cuando el enamoramiento envenena la vida.
El regalo, un cuento de Eduardo Viladés
Luis decía que era feliz a pesar de haberse instalado en la monotonía y haberse olvidado de la magia, de la vida convertida en circo con dos payasos medievales buscándose el uno al otro a pesar del foso de los leones.
Volver a casa, un cuento de Amelia Beatriz Bartozzi
Aquella noche estrellada en la ciudad de Rosario, entre el fulgor de las risas y el paso apurado de la gente que pasaba a su lado sin verlo, aquél hombre triste y melancólico, caminaba sin rumbo, con la mirada perdida, abatido por la soledad y el abandono.
El tormento de la esperanza, un cuento de Villiers de l’Isle-Adam
Mañana formaréis parte del "auto de fe"; es decir, seréis expuesto en el quemadero, hoguera precursora de la Llama Eterna. Bien sabéis, hijo mío, que no quema sino al cabo de cierto tiempo y la Muerte tarda en llegar al menos dos horas (frecuentemente tres) debido a los paños mojados y helados con los que procuramos proteger la frente y…
Sólo por hoy, un cuento de Laura Barragán Arteaga
Los días felices de la vida adulta son así. Crees que todo será espléndido y maravilloso, y cuando te das cuenta son sólo un par de momentos llenos de júbilo, contrastados con años de tedio y sin sentido. Sí, nos han estafado.
La máscara de la muerte roja, un cuento de Edgar Allan Poe
La «Muerte Roja » había devastado el país durante largo tiempo. Jamás una peste había sido tan fatal y tan espantosa. La sangre era encarnación y su sello: el rojo y el horror de la sangre.
Mi libro, un cuento de Sebastián Grasso
Nos pusimos en marcha entonces rumbo al viejo puente de la ciudad, camino a mi hogar. La caminata era lenta, pero constante. Algo dentro de mí, me impedía ir más rápido. Ella parecía no tener apuro alguno.
Ndiamy, un cuento de Jaime Arturo Martínez
En adelante, la entrenaron para que arreara agua desde el aljibe hasta la casa, lavara ropa, realizara las compras en el mercado de El Hoyo; y ella, por su parte, se dedicó a confeccionar un amuleto.
Ralf Rothmann: el silencio de la memoria
Este escritor ha dado voz a una generación alemana que ha padecido la Segunda Guerra Mundial, no en el campo de batalla, sino en el salón de su casa.