Cuatro poemas de Nicol A. Barria-Asenjo

Para la escritora y poeta chilena Nicol A. Barria-Asenjo las palabras siguen en deuda. Han sido manidas, han perdido el filo, y sin embargo son una herramienta eficaz, hasta cierto punto, porque pensamos en palabras y el lenguaje es per sé un acto poético que supone el sonido de la realidad. Ser convocado en torno a la literatura de Barria-Asenjo se parece a un desembarco con lluvia para el cual hace falta girar y examinar lo que pensabamos establecido y sólido.

Otro final con lluvia

No me pidas que regrese…
que vuelva a ti,
He partido sin hacer ruido,
Antes de que el sol abrace los sueños de amor.

Me vestí en silencio,
Pero pronto percibí,
Que mi ropa estaba mal planchada,
Era como si algo me advirtiera,
Algo me advertía que no estaba preparada para salir.

Afuera llovía,
Tuve que correr,
Cualquier observador podría suponer que huía de allí -de ti-.

La naturaleza impulsa algunos acontecimientos,
Yo corrí, salí corriendo,
Culpa a la lluvia el no alcanzarme, no me culpes a mí.

Nebulosa

Voltea la idea que carcome (algunos) no-todos tus pensamientos.

Doblega la tortura de la repetición inmunda,
Obsesión cargada de inexistencia,
Camina, adentro y afuera en la salvación de alguna desesperanza.

Empaña el ojo traicionero con (algunos) humos de ilusión,
Dispara, dispara las palabras de un corazón,
Llévalas hasta el lugar….. ¿su lugar?

Voltea la idea que te engaña y devora, no-todo está perdido.

Triunfo delirante

Gano pesos,
Perdiendo besos.

Sumo victorias,
Consumiendo historias.

Ahuyento mi pasado,
Fragmentado lo deseado.

Aseguro mi futuro…
¡Que alguien me diga a cambio de qué aseguro mi futuro!

La deuda

He inventado un nuevo diccionario….
Un diccionario bastante peculiar,
Lo escribí robando palabras pérdidas – olvidadas-,
Todas las no enlazadas a tus labios o los míos.

Entre tu historia y la mía,
Entre vacíos de amor edificados por silencios
Emprendí proyecto semejante…

Como sospecharás
Es un manuscrito no finalizado,
… Si nuestro amor dura, la que dure la vida
Sólo hay una certeza; ¡las palabras siguen en deuda!