Opinión

La muerte del padre

“Dime cómo te consagras y te diré quién has sido siempre”.

Ezequiel Alemián / Impresiones
Escrito por Fernán Correale González

Dios nació cuando murió mi padre, o quizás dios estaba enfermo cuando nació mi padre, o tal vez, mejor, dios abortó cuando nació mi padre, o no sé, digamos que dios es un cáncer que va trepando por el pulmón izquierdo formando un enfisema, un axioma que no deja que promulgue la palabra del santísimo ni lea la biblia y haya nacido ateo y muera ateo y sea un ignorante de los cantos de los salmos, de las églogas, para seguir con la ignorancia y burlarse de lo que no tiene burla, porque la fe, de la fe no puede burlarse uno si no quiere quemarse en las llamas sin ibuprofenos, sin hielo, sin una palangana que refresque la quemadura perpetua. En eso, compañeros, en eso, les digo, parécese a la escritura, porque siempre andamos quemándonos las manos acá y allá para recibir un balde de agua fría en la cara, en el mejor de los casos, y agradecemos, claro que sí, al que da el baldazo y dice, mira bato, estás meando fuera del tarro.

Entonces, como los axiomas y los paradigmas fueron creado como las metáforas para cambiarlas de lugar y permutarlas, nacemos prematuramente, a través del papel y tinta de la tinta y el papel escrutados por la policial luna que nunca será miliciana, sino una recalcitrante atea y, por qué no, la diosa que elegimos los poetas, que obvio, de más está decirlo, nadie puede autoconsagrarse poeta.

Sí, nos autodiagnosticamos esclerosis múltiple, trastorno de la personalidad, esquizofrenia, autismo, dislexia, disartria, afasia, y demás pleonasmos porque nadie puede curarnos ni salvarnos, y lo peor, hay que andar educando y de buena gana a esos pobres profesionales que tanto bien nos hacen y les pagamos, digamos, por una charla de café y agradecemos la borra y borramos la zozobra del afluente cotidiano del día que se va como una nube inquieta. Somos parte del zoológico, de la lógica del pavimento, del escarmiento, compañeros, hay que levantar los ojos y dejar cegarse por el sol para llegar a parecerse a Borges. El más asolado de los escritores, el que asoló toda la literatura universal con sus diatribas, sus ditirambos, sus Cervantes, sus Conrad, sus Kipling, sus Chesterton, sus Stevenson. Nos da batería, compares, nos da batería, nos advierte que la barbarie está cerca y tiene ojos celestes.

                        Imagen: Cortesía - Archivo