Poesía

Poesía de lo onírico: tres poemas de Andrés Ospino Villegas

“De esa región inmersa rescato restos
que no acabo de comprender:
hierbas de sencilla botánica,
animales algo diversos,
diálogos con los muertos,
rostros que realmente son máscaras,
palabras de lenguajes muy antiguos
y a veces un horror incomparable
al que nos puede dar el día…”

Jorge Luis Borges

Desde Platón ya se consideraba a la poesía muy cercana a los elementos del sueño y la fantasía. Sin duda este es también uno de sus rasgos por excelencia, transmutar el mundo en algo ilusorio, revelar los espejismos de la vigilia y reafirmar el contenido de lo onírico, que como lo decía Artemidoro, y en el siglo XX lo revestiría Freud con su texto insigne La interpretación de los sueños (1900), también hacen parte del vasto complejo de la existencia humana.
En este mismo texto, a modo de apéndice, Otto Rank dedica un elaborado escrito sobre la relación entre el sueño y la poesía, arguyendo que de aquí viene gran parte del contenido con el que los poetas llevan a cabo sus sublimes creaciones. «Por moverse entre estos dos mundos, todo es lícito para el poeta, que emplea el lenguaje como una condensación de ambos» , dice Rank. También recalca que hay dos tipos de poesía, una que se encarna en la realidad observable y otra que evoca la del ensueño. De esta última harían parte Bécquer, Blake, Coleridge, Nerval, Novalis, Heine, y movimientos como los parnasistas, los simbolistas y los surrealistas. De todas estas influencias bebe la poesía de Andrés Ospino Villegas, poeta barranquillero que es un representante de este tipo de poesía, la poesía del ensueño. A continuación tres poemas de su autoría.

Nota a Morfeo


¡Saludo tu nocturnal estirpe!
Con este mensaje enviado desde
la tierra invertida
yo fiel servidor,
a la causa surrealista. Emisario de los reyes
sumerge este mundo doliente
bajo tu encanto helado,
dormidos no nos hacemos daño.


Transmuta el letargo y la depresión
en sereno de la tarde;
convierte las protestas
los motines,
en un carnaval de luciérnagas;
las bases militares
en museos de nenúfares;
los muertos,
en bellos durmientes.


Sueños imposibles e inevitables
¡Toma el control!
Vacía el reloj de arena,
llévanos sobre las alas del sueño
bajo la onírica luz
del rayo invisible.

Fantaso


Ensaya la flor silvestre
del monte
su mejor cara para la primavera
distorsionada.


Lluvia profunda
bramando sin consuelo
sobre palmeras lloronas,
cuyas ramas quiebra
con su azote,
mientras cae al suelo
la foto de un amor perdido
salpicado por un sereno
malherido.


Hacen riachuelos invertebrados,
colillas de los abismos
en su fondo,
aún escucho
el cantar de las piedras.


Aquella tonada sin nombre,
Sueños imposibles e inevitables
la cual un día
les fue enseñada
por un dios sin rostro,
desde una caracola,
robada a las ondinas.

Ikelos-La amenaza

Aquella noche,
cuando cierta
tempestad oscura
mi reposo agitaba.
A la deriva,
mi bote, mecido
por la oleada
del sueño,
salpicaba en el rostro
con su marea negra, barriendo contra las costas
de mi nariz,

dejado la espuma secar
sobre mi frente,
imitando un azul constelado


Y desde las marismas
del inconsciente,
levantase figura
amenazadora
y un terror lúcido
se apoderó de mis ojos,
mis piernas,
quebrándose
por el miedo


Acorralado, sudaba,
contenía el aliento
dentro de
la barca abandonada
y quise orar,
más he olvidado cómo hacerlo
desde ya hace tiempo.


Desnudo en mi reposo,
soy víctima de la sombra blanca,
demonio acechante
como un tigre sobre mi espalda
hundiendo sus colmillos de mármol
hasta triturar
Sueños imposibles e inevitables
mi esqueleto,
mi imaginación.

Imagen: Pixabay.com