Narrativa

¿Cómo vas a explicar un beso?

Escrito por Marta Leonor Puey

La tarde noche era apacible, esas de otoño.

Fíjate que el otoño es filtro de todo lo que germina en primavera, crece en verano y decanta en otoño. —Sentados en el cordón de la vereda le digo a mi amigo creyendo que me lo va a entender—. Hasta en la gente lo ves, en la cara de las personas, ¿no me digas que no te diste cuenta?

—¿De qué?—me contesta.

¿¡Cómo de qué!? No ves que la cara de uno de treinta no es la misma que la de uno de sesenta o setenta—digo.

Y… sí van teniendo más arrugas, pero no entiendo qué quieres decir—responde haciendo dibujos en la tierra con un palito.

Venía en bicicleta por la calle de atrás del club, poca luz y muy arbolada, venía despacio, era una nochecita linda de esas que te envuelven, y de golpe una bicicleta me alcanza y se pone a la par.

¿Y?—pregunta levantando la cabeza y mirándome a los ojos.

Era Belén—mi amigo levantó las cejas y volvió a hacer dibujos en la tierra con el palito—. Yo no dejaba de pedalear y me dice: espera, ven dejemos las bicicletas aquí y…

Mi amigo dejó de hacer dibujitos en la tierra levantó la cabeza y mirando a lo lejos dice.

¿Belén? Es hermosa, todo el verano la seguí… y nada, el año que viene se va a estudiar afuera, creo que la perdí—disipado en sus fantasías había dejado de escucharme y me di cuenta que no podía seguir la confesión.

Me levanté, me fui y seguí recordando lo que me dijo Belén: dejemos las bicicletas aquí y bésame. Lo juro, eso me dijo. A mis quince años, en las películas había visto que primero abrazaban a la chica, la miraban a los ojos; en las románticas les retiraban el mechón de pelo de la cara. Belén tenía flequillo pero conocía el manual de instrucciones mejor que yo, me abrazó fuerte, acercó su cara, soldó nuestros labios, perdí toda percepción externa y sentí un volcán interno difícil de explicar. ¡Imposible! Cómo vas a explicar el beso con la chica más linda del verano.

                       Imagen cortesía: Patrick Marty
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