El lago, un cuento de Amelia Beatriz Bartozzi
Me parecieron muy extraños, despertaron mi curiosidad. No eran tan jóvenes, rondarían los treinta y pico; los dos descalzos, los dos con la cara demudada, despojados de toda pasión, como muertos.
Extinción; once minicuentos de Rubén Darío Álvarez
... lamentó que el toque de queda no le hubiera dado tiempo de confinarse en su residencia antes de la hora cero.
La pequeña resistencia, un cuento de Karen Vizcarra
Me había sentido útil en la historia de la humanidad.
El condicional de Elena, un relato de Eduardo Viladés
Te concentrabas tanto en un punto blanco sobre tu cabeza que llegaba un momento que parecía que estabas flotando e incluso costaba enfocar la mirada.
Una de tus tías; tres historias de Karen Vizcarra
El ángulo es la clave para dejar un resorte cítrico que sirve de trofeo. Quizá en las naranjas no sea de gran importancia el filo porque todo recae en la metodología.
Nadar en el vacío de la nada
Al principio, actúa por un instinto de superioridad, pero no podemos evitar empatizar con él en el transcurso de su desamparada odisea.
La concupiscencia de una señora de 80 años, un cuento de Eduardo Viladés
En efecto, fui puta, sigo siéndolo, para mí es un piropo. ¿Pasa algo? Si no te gusta, te jodes.
El seductor, un cuento de Amelia Beatriz Bartozzi
Lloraba como un chico. Anduvo toda la noche buscándola en los hospitales, en las comisarías, en su casa. Dos días después seguía sin aparecer.
Ojos color fuego, un cuento de Ramiro Rodríguez
Las horas se derritieron con la calma de un velón en una iglesia, y sin saber cuántas habían pasado, con la vista nublada y un mareo insoportable, pudo ver cómo a su alrededor tres “médicos” asentían entre ellos y finalmente se acercaron a él.
Los grises ojos del pistolero, un cuento de Rodolfo Lara Mendoza
Mamá está de pie, junto a la ventana, planchando una camisa, y ha dejado la plancha sobre aquella prenda que, en mi recuerdo, años después, sigue sin quemarse: ¡Es increíble la pericia de mamá!