Normalidad y anormalidad en el tiempo del Covid-19
Lamento decirlo pero soy pesimista, y contrario a lo que todo el mundo piensa, estoy seguro de que una vez superada la pandemia, nada cambiará.
Nadar en el vacío de la nada
Al principio, actúa por un instinto de superioridad, pero no podemos evitar empatizar con él en el transcurso de su desamparada odisea.
Que el virus no tape la enfermedad
Se ha vuelto casi una costumbre aquello de que cada 10 años se desestabiliza el escenario económico global. Y si echamos la mirada atrás, podremos notar que, desde la crisis del petróleo en 1973, otras le fueron sucediendo, en efecto, durante periodos de entre 10 y 15 años.
Céline y la antropología de lo abyecto
Céline parece hacer una caricatura alterada e hiperbólica de sí mismo, dibujando a pulso de palabras la sociedad de su tiempo, sus vicios, la hipocresía detrás de sus virtudes.
Berlín en tiempos de coronavirus (I)
Se cree que los alemanes también son obedientes, como los chinos. Quizás. Pero Berlín no es una ciudad muy representativa de Alemania.
Frankie
Entiende los finales, los canta, su letra lo congela, pero su música lo empieza a revivir. La música de Frankie siempre está como en el filo de la navaja, pero es ligera, sabe desprenderse de ataduras, "Tu eres la rueda, yo soy el camino". Yo le diría: ¡Frankie! ¿cómo lo haces?
Nietzsche y el Superhombre contemporáneo
La muerte de Dios no sólo tiene una connotación religiosa, también implicaría la desaparición de todo deber moral del hombre. La idea del deber es reemplazada por la voluntad de poder del hombre.
El Mediterráneo de Joan Manuel Serrat
La fama y el éxito fueron entonces una transición apenas natural producto de su encanto tanto personal como melódico. Su nombre se volvió un sinónimo de calidad y calidez.
Arte, lucidez y locura en tres mentes geniales: Woolf, Van Gogh y Poe
Vincent Van Gogh, Edgar Allan Poe y Virginia Woolf poseían esa consciencia trágica que se asomó en cada una de sus creaciones.
Camus, el resurgimiento del humano rebelde
Donde el fracaso es casi un pecado mortal, rodeado de un positivismo extremo que gobierna nuestras vidas, el espíritu rebelde, incansable y humanista de Camus debe arder eternamente.