El viaje, un relato de Ernesto Taborda
Miré al cielo azul y casi que veía las bombas saliendo de los bombarderos británicos caer sobre aquellas hermosas casas apacibles de la nueva ciudad.
Pasional y políglota
De todas las cosas que me dijo Sofía, la más graciosa es que le vio el pene a Javier. ¿Cómo así?, le pregunté. La chica de la bicicleta rio. Dime la verdad, le pedí. La tomé del antebrazo para detener nuestra marcha, así en mitad de la calle. ¿Te follaste a Javier? No, dijo.
El lago, un cuento de Amelia Beatriz Bartozzi
Me parecieron muy extraños, despertaron mi curiosidad. No eran tan jóvenes, rondarían los treinta y pico; los dos descalzos, los dos con la cara demudada, despojados de toda pasión, como muertos.
Lectura de mano
Premio al menor número de preguntas respondidas en toda una vida. Deberían dar premios a los muertos, así los podríamos acomodar mejor.
Extinción; once minicuentos de Rubén Darío Álvarez
... lamentó que el toque de queda no le hubiera dado tiempo de confinarse en su residencia antes de la hora cero.
El condicional de Elena, un relato de Eduardo Viladés
Te concentrabas tanto en un punto blanco sobre tu cabeza que llegaba un momento que parecía que estabas flotando e incluso costaba enfocar la mirada.
Una de tus tías; tres historias de Karen Vizcarra
El ángulo es la clave para dejar un resorte cítrico que sirve de trofeo. Quizá en las naranjas no sea de gran importancia el filo porque todo recae en la metodología.
Ojos color fuego, un cuento de Ramiro Rodríguez
Las horas se derritieron con la calma de un velón en una iglesia, y sin saber cuántas habían pasado, con la vista nublada y un mareo insoportable, pudo ver cómo a su alrededor tres “médicos” asentían entre ellos y finalmente se acercaron a él.
Petro, un cuento de Luis M. López
Papá lo llamó Petro porque lo encontró un 28 de marzo, Día de la Expropiación Petrolera, un insólito momento de la historia de México que no se repitió jamás. Muchos años después, «expropiación» fue la primera palabra difícil que aprendí.
Los grises ojos del pistolero, un cuento de Rodolfo Lara Mendoza
Mamá está de pie, junto a la ventana, planchando una camisa, y ha dejado la plancha sobre aquella prenda que, en mi recuerdo, años después, sigue sin quemarse: ¡Es increíble la pericia de mamá!